miércoles, 28 de septiembre de 2016

CRÍTICA | TARDE PARA LA IRA, de Raúl Arévalo


Nunca es tarde
TARDE PARA LA IRA, de Raúl Arévalo
Festival de Venecia: Premio Orizzonti a la mejor actriz
España, 2016. Dirección: Raúl Arévalo Guión: Raúl Arévalo y David Pulido Fotografía: Arnau Valls Reparto: Antonio de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz, Manolo Solo, Alicia Rubio, Raúl Jiménez, Font García Género: Thriller Duración: 90 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 09/09/2016
¿De qué va?: Ocho años después de su participación en el atraco a una joyería, Curro espera su salida de la cárcel. Ana, su novia de toda la vida, le espera mientras sirve bebidas en un bar del barrio. José, uno de sus clientes, cambiará el destino de todos.


Cuando Raúl Arévalo pisaba los suelos secos y pantanosos de La isla mínima nada hacía pensar que en su cabeza se estaba gestando una película rotunda, ya no como intérprete, sino como cineasta. Parte de la furia y del polvo del film de Rodríguez se mantiene en Tarde para la ira, pero en la cargada atmósfera de esta road movie también se respira el aroma del western clásico, del thriller norteamericano de los años 70 y de la tradición de la mejor acción patria, empezando por el cine quinqui, siguiendo con Urbizu y terminando, cómo no, en el citado Rodríguez. Este debut no sólo revela un gran cineasta, sino un espíritu cinéfilo que sabe exorcitar lo mejor de sus referentes. Tarde para la ira tiene ritmo, la fuerza de un disparo en la sien, la crudeza de un cuchillazo en mitad del abdomen y la seguridad de quien rueda en espacios que le resultan familiares. Arévalo, como ese hombre de mirada impenetrable que da vida De la Torre, parece haber gestado a fuego lento esta historia de venganza que, sin ser redonda, tiene algunas de las mejores ideas y escenas del último cine español. Y en este caso la espera, para todos, ha valido la pena. Lo mejor que se puede decir de Tarde para la ira es que sus fotogramas crepitan en la gran pantalla, que sus personajes van cayendo por un barranco sin fin a medida que avanza el metraje, y que, con el último fundido a negro, el espectador se descubre trasvalsado, porque ha visto la película con el estómago, no con los ojos. Película, en definitiva, de entrañas, de mal nacidos, de almas en pena, de imágenes sucias y, tal vez, de círculos viciosos, también airados, que nunca cesan. Señores: ha nacido un cineasta y viene dispuesto a dejar huella.


Para amantes de las historias de venganza con sello ibérico.
Lo mejor: La música, la fotografía, los actores, el guión... todo denota una madurez insólita.
Lo peor: La escena final admite debate.

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