EL SECRETO DE UNA OBSESIÓN (SECRET IN THEIR EYES), de Billy Ray
EE. UU., 2015. Dirección: Billy Ray Guión: Billy Ray, a partir de la novela El secreto de sus ojos de Eduardo Sacheri Fotografía: Daniel Moder Música: Emilio Kauderer Reparto: Chiwetel Ejiofor, Julia Roberts, Nicole Kidman, Dean Norris, Michael Kelly, Lyndon Smith, Zoe Graham, Don Harvey, Frankie Sims, Patrick Davis, Jahmilla Jackson, Amir Malaklou, John Pirruccello, Alessandro Cuomo Género: Thriller Duración: 110 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 15/04/2016
¿De qué va?: Tras 13 años desvinculado del FBI, Ray se reencuentra con dos antiguas compañeras, Jess y Claire, para informarles que tiene una nueva prueba que puede arrojar luz al asesinato de la hija de Jess. La revelación abrirá antiguas heridas y destapará una verdad incómoda para sus tres implicados.
Guillermo Francella, en la excelente El secreto de sus ojos, explicaba en un interesante monólogo cómo los humanos nos podemos desasir de absolutamente todo menos de nuestras pasiones. Altas o bajas, pero pasiones al fin y al cabo. Esa cita aparece, así como otras tantas escenas ya míticas del film argentino, en El secreto de una obsesión, el remake norteamericano que el mismo Juan José Campanella se ha encargado de producir. Fidelidades aparte, los cambios que aporta esta nueva versión son sustanciales. En esta ocasión, la trama sucede en el Nueva York posterior a los atentados del 11-S, un escenario recurrente que vincula el drama del triángulo protagonista con la subrepticia descripción de un estamento policial y jurídico superado por las circunstancias. El contexto tiene su enjundia, pero en El secreto de una obsesión falla el texto. A la película no sólo le cuesta arrancar, sino que en todo momento discurre errática, como si fuera incapaz de sumar el romanticismo melancólico de su referente con el thriller policial típicamente norteamericano. Parte del naufragio se debe a una narración a dos tiempos que no aporta ni un ápice de tensión o misterio. Aparece el clímax en el campo de futbol, la confesión airada del culpable en los juzgados o el descubrimiento final, pero todo se antoja artificial, postizo, forzado. Por ello, es normal que uno se acuerde de Francella y de su parlamento sobre las pasiones y debilidades de nuestra especie. A El secreto de una obsesión le pueden sus debilidades y le falta encender la llama de la pasión. La única que parece tomarse la película en serio es Julia Roberts, pero el esfuerzo de que fuera reina de la comedia yanki no es suficiente. Un pequeño gran desastre.
Guillermo Francella, en la excelente El secreto de sus ojos, explicaba en un interesante monólogo cómo los humanos nos podemos desasir de absolutamente todo menos de nuestras pasiones. Altas o bajas, pero pasiones al fin y al cabo. Esa cita aparece, así como otras tantas escenas ya míticas del film argentino, en El secreto de una obsesión, el remake norteamericano que el mismo Juan José Campanella se ha encargado de producir. Fidelidades aparte, los cambios que aporta esta nueva versión son sustanciales. En esta ocasión, la trama sucede en el Nueva York posterior a los atentados del 11-S, un escenario recurrente que vincula el drama del triángulo protagonista con la subrepticia descripción de un estamento policial y jurídico superado por las circunstancias. El contexto tiene su enjundia, pero en El secreto de una obsesión falla el texto. A la película no sólo le cuesta arrancar, sino que en todo momento discurre errática, como si fuera incapaz de sumar el romanticismo melancólico de su referente con el thriller policial típicamente norteamericano. Parte del naufragio se debe a una narración a dos tiempos que no aporta ni un ápice de tensión o misterio. Aparece el clímax en el campo de futbol, la confesión airada del culpable en los juzgados o el descubrimiento final, pero todo se antoja artificial, postizo, forzado. Por ello, es normal que uno se acuerde de Francella y de su parlamento sobre las pasiones y debilidades de nuestra especie. A El secreto de una obsesión le pueden sus debilidades y le falta encender la llama de la pasión. La única que parece tomarse la película en serio es Julia Roberts, pero el esfuerzo de que fuera reina de la comedia yanki no es suficiente. Un pequeño gran desastre.
Para cinéfilos curiosos que quieran saber cómo han adaptado en Estados Unidos
una de las películas más importantes del último cine iberoamericano.
Lo mejor: Julia Roberts.
Lo peor: Su languidez.
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