Con Wes Anderson el espectador sabe que nada es lo que parece, que los personajes siempre actúan de forma excéntrica y que sus obras se definen por una puesta en escena estilizada, cercana a la ilustración infantil. El gran hotel Budapest hace honor a su rimbombante título y es todo lo que el curioso, seguidor o fan irredento de Anderson podía esperar: más chistes, más confusiones y más disparates en un ejercicio que bebe del cine de Hitchcock y de la literatura de Agatha Christie, todo en un interesante ambiente de entreguerras. El gran complejo hotelero se despliega cual caleidoscopio con puertas que siguen a otras puertas, un entramado interminable de pasadizos y un juego de perspectivas que entretiene a la audiencia: de las páginas de un libro sale su difunto escritor contándonos cómo años atrás, en un hotel situado en la montaña imposible de un utópico país de la Europa del Este, un anciano le relató la historia más increíble jamás contada sobre Gustave, el antiguo conserje del lugar, y Zero, su inseparable botones.
Una trama difícil de resumir, nada
previsible y con un despliegue de medios, desvaríos y rostros conocidos
absolutamente delicioso. Ahora bien: Anderson está tan en su salsa que
su película, como las anteriores, parece la recreación de un juego
personal con muñecos y 'clips' en el almacén de su casa, y quienes paguen
la entrada pueden sentirse plenamente implicados con lo que se cuenta o
totalmente desquiciados ante tantas chifladuras concatenadas. Afortunadamente El gran hotel Budapest no
solo reúne el frenetismo y las peripecias de una tira cómica sino unos
personajes muy bien elaborados, muy humanos y tremendamente
contradictorios (detalle en el que personalmente fallaba la anterior
creación andersoniana: Moonrise Kingdom). Tal vez Anderson carga
demasiado las tintas de su cuento a mitad de metraje, aunque el
desenlace es todo lo loco, locuaz y redondo que se podía esperar. El gran hotel Budapest, contra todo pronóstico, es una obra genuina que expande todavía más las fronteras imaginativas de Wes Anderson.
No cuesta verla como un título de culto o una futura candidata a la
estatuilla al mejor guion. Y el hotel del film, entre los más ilustres
del séptimo arte, lista donde figuran los hospedajes de El resplandor, Psicosis o Lost in Translation.
Para los amantes de las películas con las
muletillas clásicas de 'érase una vez' y 'colorín colorado'.
muletillas clásicas de 'érase una vez' y 'colorín colorado'.
Lo mejor: Gustave, un personaje interesantísimo.
Lo peor: Sus tropocientos cameos y giros de trama pueden despistar al personal.
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1 comentario:
ES UNA BONA "PELI·,PERO.....JO ESPERAVA UNA MICA MES D'ESPERIT ZWEIG,I NO SOC DE "LA NOVELA ERA MILLOR"...I POTSER UNA SEMBLANÇA NO BUSCADA DE "VIATJA A DARJEELING".
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