En pocos meses se han exhibido en festivales y estrenado en los cines de media Europa distintas películas que destacan por su explicitud sexual y que exploran un cine queer que poco tiene que ver con los films timoratos de hace unos años. La vida de Adèle abandera este movimiento, aunque muchos defienden que, en el caso de Kechiche, el sexo lésbico aparece filmado desde una visión heterosexual que resta verdad a la película. Nymphomaniac sigue esa tónica, aunque las pulsiones homosexuales se reducen a pocas secuencias dentro de un fresco impresionante que convierte la sexualidad en expresión y metáfora de la enfermedad de su protagonista. El desconocido del lago, el film que nos ocupa, es la tercera en discordia, al menos por orden de estreno en las salas españolas (aterrizará entre nosotros el primer viernes de abril), pero al igual que las anteriores ha sido noticia a lo largo del pasado año: fue una de las películas que más impactaron en el pasado Festival de Cannes, se alzó con el principal galardón del Festival de Sevilla y en su Francia de origen ha logrado la nada desdeñable cifra de ocho nominaciones a los premios César.
El desconocido del lago incluye distintas variaciones al tan fértil cine queer reciente: el cruising entre hombres (en otras palabras, el contacto sexual en lugares más o menos públicos, de forma anónima y sin aparentes ataduras) en las cercanías de un lago se convierte en el escenario único del film, el lugar donde Frank, un joven sin muchos quehaceres, busca contacto carnal, un contacto más humano (tal vez, simplemente, alguien con quien poder hablar) y un edén paralelo a la desalentadora realidad que queda fuera de los dominios del lago. Guiraudie describe a la perfección a sus personajes y consigue que ningún desnudo, diálogo o silencio resulte vacío: la película no busca la mera provocación y logra que entendamos a los personajes, sin que nada quede justificado, sobreexplicado o idealizado. Por ello, resulta un tanto desconcertante que tras un primer tramo donde quedan al descubierto la fragilidad y la humanidad de sus personajes el director opte por convertir la historia en un thriller policiaco, una reformulación indie de los noirs eróticos que estaban tan de moda a finales de los 80 - principios de los 90. El desconocido del lago construye una loable atmósfera de peligro o prohibición (las dictaduras estéticas que imprime el mundo gay, la palpable represión que existe fuera de éste, la simbólica cita del siluro que transita las aguas del lago), pero patina a la hora de concretar el rico muestrario de sensaciones mediante el efectismo narrativo de 'adivinar quién es el asesino'. Del film, con todo, queda la intuición de que tras un mundo de onanismo y libertinaje existen muchas reglas ocultas y muchas carencias afectivas, por lo que El desconocido del lago no solo consigue ampliar la realidad homosexual en el cine sino que se atreve a exponer sin rodeos sus partes más ocultas. Un viaje al éxtasis sexual, al enamoramiento más infantil y al miedo al desengaño, todo a partir de un protagonista excelentemente interpretado por Pierre Deladonchamps.
Para conocer el lado oculto del nuevo cine queer.
Lo mejor: Las charlas de Frank con el viejo Henri.
Lo peor: Su parte criminal resta belleza y sensibilidad a la propuesta.
Nota: 6'5
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