martes, 13 de agosto de 2013

Crítica de GUERRA MUNDIAL Z, de Marc Forster

Si unimos a Marc Forster, uno de los directores 'por encargo' más hacendosos de Hollywood, y Brad Pitt, un gran actor con banda de 'superstar' que quiere demostrar que a sus casi cincuenta años sigue en plena forma, obtenemos divertimentos veraniegos tan cuestionables y entretenidos como Guerra Mundial Z. A todo ello hay que sumarle que el film está pensado como suma de todas las modas y constantes de éxito de los últimos años: encontramos un amago de cine político, un cine apocalíptico con presupuesto, una estética de videojuego con cámara mareante, una cita a lo zombie que ya empieza a aburrir y una evidente complacencia por el blockbuster de tiros, saltos, incendios y otros desastres de toda la vida. Tanta mezcla no promete nada nuevo, pero sí, contra todo pronóstico, un título bastante esquizoide: a la que uno se despista, Brad Pitt pasa de padre coraje a guerrero cañón, de intermediario en Israel a soldado en Corea del Sur, de superviviente de un accidente aéreo a conejillo de indias en unos laboratorios infestados de 'no muertos'. ¡Qué hombre! Todo para decirnos que la guerra solo acaba de empezar, y que ante el cataclismo que está por venir precisaremos de Conans tan bárbaros como el marido de Jolie y mujeres tan sumisas y sufridoras como Mireille Enos, secuestrada a golpe de talonario del más terrorífico plató de la notable serie The Killing. ¡Qué americanada! Guerra Mundial Z sabe a plato prepensado, preproducido y precalentado, con una buena salsa que enmascara la pésima calidad de la materia prima y el suficiente gancho para que tanto ellos como ellas salgan de la sala totalmente contentos. Con todo, hay que apreciar su no lógica como un chiste velado, porque aun siendo una película musculosa y de rictus comedido, Guerra Mundial Z tiene cierta gracia, seguramente involuntaria para desgracia de sus responsables: la manía de hacer que los zombies muevan la boca a lo Chiquito de la Calzada tiene su puntillo, la ola de tarados amontonados en el polémico muro que separa a los pueblos de Oriente Medio es una fantochada de ordenador pero también un gag con lecturas políticas, y la idea de dar al personaje un walkie talkie con antena en plena era del Ipad, Ipod y otros 'I' es un recurso patillero que los más frikis agradecerán. En resumen, Guerra Mundial Z es un compendio exagerado y vigoréxico de todos los films y las series más cacareadas de los últimos años, con la peculiaridad de que su descacharrante sentido del espectáculo y su nulo sentido del ridículo, lejos de ofrecer un blockbuster infumable, termina por caer en el saco de las imbecilidades entrañables. Al menos, que no nos quiten lo bailado: una segunda parte sería el colmo de los colmos.


Para los que creen que nunca está de 'más'
Lo mejor:  Su capacidad por saltar de género en género sin despeinarse.
Lo peor: Que eso la haga caer en el ridículo.

Nota: 5

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