miércoles, 19 de mayo de 2010

FISH TANK 8 / 10

Ahora que se acaba esta primera década de siglo XXI cinematográfico, es de justicia situar el nombre de Andrea Arnold entre los grandes descubrimientos del momento. Sus dos premios en Cannes vienen a ratificar su importancia dentro de un panorama que necesitaba una renovación de la consabida etiqueta de 'cine social' y que ya no podía confiar en los esquemas narrativos y estilísticos de Ken Loach o los hermanos Dardenne. Como resultado, el cine de Arnold sabe a síntesis y a invención porque entronca con una tradición de cine europeo y, a la vez, propone nuevas formas, recursos e inventos. Arnold habla de la feminidad en contextos marginales, recupera la vida de suburbios y trata temas tan complicados como las drogas, la violencia, el dolor tras una muerte inesperada, el uso y abuso (al final la influencia) de la televisión o la necesidad por encontrar un hogar en un terreno hostil (no por casualidad, la casa de Mia está siempre abierta y llena de gente, una inestabilidad que representa de forma simbólica el Fish Tank del título). Fish Tank abre nuevos frentes: es un film de crecimiento que nos muestra las locuras y heroicidades de una adolescente inadaptada, es la historia de un sueño en forma de baile tratado con la suficiente distancia, amabilidad y dureza según la escena; es un cuento de gente atrapada e infeliz; es la historia de una madre que compite con su hija en lugar de quererla; y es, en sus dos horas de metraje, una trama bien rodada, interpretada y dirigida que ni empieza ni acaba, pero abarca un momento decisivo (de rebeldía, despertar y final madurez, tal vez esperanza) en la vida de la portentosa protagonista (una Katie Jarvis que se come la pantalla). Arnold triunfa a todos los niveles: el espectador observa a Mia con dudas, pero es imposible que no quiera lo mejor para un personaje que se mueve, que pega y grita, que vive y sobrevive, que rapta pero abraza, que rompe esquemas y huye de una estructura familiar tarada (el baile entre madre y hermanas es uno de los mejores momentos del año). Sin moralismos, sin chavacanerías, sin lugares comunes, sin mal gusto, sin ínfulas de nada: Fish Tank es buen cine, un título que confirma y amplía las posibilidades creativas de Arnold. Uno de los títulos de la temporada.



El film abre con una imagen lírica pero clara: la estampa de un caballo viejo atrapado en un escampado de chatarra. El animal agoniza y Mia baila en su habitación azul (esa espacio vital, la habitación propia, el templo donde la joven disfruta del respeto y la intimidad que no tiene extramuros). El caballo tiene 16 años y ella 15: están conectados. La habitación tiene como póster insignia un tigre imponente: es un símbolo de la rabia que siente Mia y de la brutalidad de su entorno. Su madre se comporta como una adolescente: no hay habitación que no coleccione botellas de alcohol abiertas o paquetes de tabaco. La entrada en juego de Connor, el nuevo novio de la irresponsable madre, alterará la vida de las tres chicas, pero la realidad volverá de forma dura cuando todo parecía una fábula: el caballo, el símbolo por excelencia, morirá, y Mia, tras tantas vivencias, será lo suficientemente atrevida para afrontar un nuevo camino en un nuevo lugar (ese globo, otro símbolo, en forma de corazón que sobrevuela los edificios del barrio maldito). Sabremos que la habitación de la madre es rosa (otro símbolo), pero hay muchos misterios que nunca llegaremos a desvelar. Por ello, Fish Tank despliega sus armas con verismo y lirismo, guardándose nuevos ases para futuros visionados. Podemos esbozar su argumento, pero nunca la energía, el ritmo y los vaivenes de una película casi impecable. Una obligación y un disfrute para todo aquél que presuma de cinefilia.

2 comentarios:

elprimerhombre dijo...

No comparto tantas alabanzas como tú para este film. Me parece que tiene cosas interesantes pero su inicio me recuerda mucho al Loach más pesado y más irritante. Y la verdad es que la protagonista no se hace querer nada, aunque la actuación de Katie Jarvis es muy buena (su primer papel, por cierto). Y no has comentado la importancia del novio de la madre, que gracias a su irrupción en el hogar de esas mujeres maleducadas, la historia irá por otro rumbo mucho más interesante.

Y lo mejor de la peli es la calidad de las imágenes que consigue Arnold, sobre todo las nocturnas, como hizo con su también interesante ópera prima Red Road (2006).

Un saludo!

Paula Lago dijo...

Me ha gustado mucho a pesar de su ritmo quedado por momentos. La actuación de esta joven actriz es realmente sorprendente y es cierto lo que dices que a pesar de su rebeldía y sus ínfulas agresivas uno termina por quererla, compadecerla. Me llegó mucho porque me recuerda a la historia de tantas de las alumnas con las que comparto mi día a día que a veces de ganas de tromperlas con sus actitudes pero a la larga se hacen querer sobremanera. Esta es una directora que no conocía y me la apunté en cabecera de la lista para ver Red Road que tanto me recomiendan.