lunes, 27 de septiembre de 2021

PELÍCULAS INTERNACIONALES DE LOS ÓSCAR | PARA TODOS LOS GUSTOS (LE GOÛT DES AUTRES), de Agnès Jaoui (Francia)


PARA TODOS LOS GUSTOS (LE GOÛT DES AUTRES)

Francia, 2000. Dirección: Agnès Jaoui Guion: Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri Música: Jean-Charles Jarrell Fotografía: Laurent Dailland Reparto: Anne Alvaro, Jean-Pierre Bacri, Alain Chabat, Agnès Jaoui, Gérard Lanvin, Anne Le Ny, Christiane Millet, Wladimir Yordanoff, Xavier De Guillebon, Raphaël Defour, Brigitte Catillon Género: Comedia dramática Duración: 110 min. Tráiler: Link 
¿De qué va?: Un empresario conoce a una actriz que es amiga de una camarera, la cual conoce a un guardia de seguridad que trabaja con un chófer, al servicio de una decoradora, mujer de un empresario, que querría trabar amistad con artistas... Este filme muestra cómo la diferencia de ambiente y educación hace imposible ciertas relaciones. Es la historia de unos personajes que no tendrían que haberse conocido porque las barreras culturales que los separan son insalvables. (FILMAFFINITY)


En retrospectiva, resulta milagroso que Para todos los gustos, una tragicomedia aparentemente inofensiva, consiguiese casi cuatro millones de espectadores en su país. O que la película catapultara a Agnès Jaoui, reputada guionista (Smoking/No Smoking, Como en las mejores familias, On connaît la chanson) que aquí se revelaba como excelente directora de tonos, tempos e intérpretes. Ha llovido mucho. Por el camino hemos ganado técnica y pirotecnia. Para todos los gustos puede resultar lenta o anodina para la generación de espectadores más joven. Y aún así, para quien escribe, el revisionado de la ópera prima de Jaoui, secundada entre otros por su cómplice cascarrabias Bacri, tiene el poder de una epifanía. Nada sobra y nada se echa en falta en esta obra coral, tanteo de las historias cruzadas tan en boga en los 90. Los personajes se dejan llevar por la red de casualidades y causalidades que teje uno de los libretos más agudos del último cine francés. Película que homenajea el teatro, que se ríe de las diferencias de clase, que celebra la amistad como estado natural y el amor como estado necesario. Todos los actantes, sin excepción, se ganan la simpatía de la audiencia sin que por el camino Jaoui deba hacer concesiones fáciles, inventar giros imposibles o caer en complacencias. De alma alleniana y francesa (y por lo tanto, verbal), expansiva en su infinita intimidad, la historia discute sobre la influencia que las personas ejercen entre sí. Para Jaoui, los pareceres propios y ajenos son volubles, tanto como los derroteros de la vida. Lo realmente difícil es encerrar esa arbitrariedad en un guion tan estudiado y que el conjunto resulte espontáneo, sentido, veraz. Es, de forma inapelable, la mejor película francesa del año 2000. Y no... eso no es cuestión de gustos.





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