jueves, 14 de febrero de 2019

CRÍTICA | EL MISTERIO VON BÜLOW, de Barbet Schroeder



El barón negro
EL MISTERIO VON BÜLOW (REVERSAL OF FORTUNE)
Óscar y Globo de oro al mejor actor protagonista (Irons)
EE. UU., 1991. Dirección: Barbet Schroeder Guión: Nicholas Kazan Fotografía: Luciano Tovoli Música: Mark Isham Reparto: Jeremy Irons, Glenn Close, Ron Silver, Annabella Sciorra, Christine Baranski, Uta Hagen, Fisher Stevens, Jack Gilpin, Bill Camp Género: Thriller. Drama criminal Duración: 110 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 14/03/1991
¿De qué va?: Al saltar a la opinión pública tras un juicio que considera injusto, el barón Von Bülow está dispuesto a empeñar parte de su tiempo y de su fortuna para demostrar que él no tuvo nada que ver en el estado de coma en el que se encuentra su esposa. Un abogado que ejerce también como profesor universitario se rodea de sus mejores alumnos para encabezar la causa del señor Von Bülow.



El misterio Von Bülow, una de las películas más celebradas de Barbet Schroeder, propone una curiosa indagación del thriller criminal. Basada en el caso real del barón Claus von Bülow, acusado en los 80 de intentar asesinar a su millonaria esposa en dos ocasiones mediante sobredosis de insulina, la cinta despliega un inusual juego de miradas que redundan en la ambigüedad del caso y de todos sus implicados. Allá donde gran parte de las cintas prefieren entregarse al cine de litigios, y por lo tanto dirimir la culpabilidad o inocencia del marido, El misterio Von Bülow prefiere recrear mediante flashbacks y suposiciones aquello que fue o que pudo ser, hasta tal punto que el espectador se ve inmerso en una maraña de dudas difícil de disipar. Con estas bases, Schroeder convierte en protagonista colateral del relato al abogado de Von Bülow, un hombre de ideas progresistas que debe encontrar nuevos indicios que reabran el caso de su cliente. Von Bülow aparece y desaparece de la historia cual fantasma, mientras que la columna vertebral del enigma descansa en su defensor y en las conversaciones que mantiene con sus ayudantes. El resultado es una película con varias caras y numerosas voces, si bien Schroeder prefiere reducir el enigma a una pieza de cámara rodada con corrección y sustentada casi únicamente en el notable trabajo de sus actores (Silver, Close y Irons, este último oscarizado). Por ello, da la sensación de que Schroeder se queda en la epidermis de un rompecabezas que se intuye más complejo. Una película que asume para sí el hieratismo con interrogante de su barón, y que termina con un final tan coherente como, a la postre, insuficiente: una clásica voz en off justificando las lagunas del guion mientras el presunto homicida se dirige a una farmacia para, quién sabe, seguir con su actividad asesina. De interés, pero carente de la intensidad del mejor cine negro.


Para amantes de historias "con cadáver" y sin fórmulas "agathachristenses".
Lo mejor: Su reparto.
Lo peor: Su frialdad.


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