Primera gran noticia: Thomas Vintenberg ha logrado su mejor película trece largos años después de Celebración (Festen), obra maestra sin opción a réplica. Y lo ha logrado adaptando una novela de igual título, que no sólo conecta con las precupaciones del autor por la familia y cierta teoría determinista (la creencia de que los fallos de los padres siempre tienen un correlato en las frustraciones de los hijos), sino con todo el cine danés que hemos podido ver esta década, al menos el poco que llega a las salas españolas. Hablamos de películas empeñadas en destapar la parte truculenta de un país que se considera el súmum de la excelencia en educación, cultura de lenguas y solvencia económica. Von Trier, Bier, Vintenberg y otros tantos, aparcado ya el Dogma 95 (que algún día volverá, no lo duden), hablan de lo mismo: las telarañas de un tejido social que también se ha creido sus virtudes y ha acabado por dar una burguesía enquistada que vive de espaldas a la marginalidad y a las injusticias que suceden dentro y fuera del norte europeo. Si algo define Submarino en contraposición a Después de la boda o a la mismísima Celebración es la atracción por un entorno marginal poco explorado en esta cinematografía que tanto nos atrae. Esta es la historia de dos hermanos marcados por un episodio que vivieron en su infancia y que ahora continúa en una ciudad que nieva. Uno ha heredado el alcoholismo de la madre, el otro se encierra en el baño cada dos por tres para que su hijo no vea cómo se inyecta su dosis de heroína. Así de crudo es este submarino que viaja a conciencia a las cloacas del bienestar y al epicentro de un trauma infantil no superado. Pero Vintenberg no siente gozo por el lado feo de su monstruo. Él mismo ha declarado que su película es esperanzadora, y debemos creerle. Estos dos hermanos tienen su corazoncito, y la cinta no deja de ser esa recurrente historia que se repite: el tío que se preocupa por su primo de la misma forma que veinticinco años atrás cuidaba de su hermano menor. Vaya, hay mucha luz en este retrato de drogadicción, culturismo, prisión y frío. Narrativamente solvente: dividida en dos, con dos capítulos entrelazados, cada uno con la historia de un hermano (excelente Jakob Cedergen, nominado al EFA al mejor actor europeo del año, que con su transformación física a base de cerveza, tatuajes y músculos se corona como el sex symbol nórdico de la temporada; y sublime Peter Plaugborg, un debutante con un futuro de oro). Estéticamente triste y oscura, pero nunca de una truculencia gratuita. Una de esas películas que pasó de puntillas por la cartelera y que vale muchísimo la pena recuperar, ni que sea por la vía de la descarga. A tono con la gelidez de este diciembre cinematográficamente tan atractivo.
4 comentarios:
Lo de La celebración, total coincidencia. No hay discusión posible a su aura de obra maestra. Submarino, brutal y genial también. Una de las 10 del año.
Un saludo.
Vi Celebración y me encantó, ahora estoy deseando ver esta nueva película de Vinterberg. Cuando puedas, tienes que ver la nueva de Sussane Bier, In a better World. El cine danés cada vez sorprende más...
No recordaba el nombre dle director, jejeje me fuí a imdb a ver si hablabas de la misma "celebración" que yo recuerdo como extraordinaria!!! Y siii, y hasta me enteré que tiene dos películas más ¿las viste?.
Anotada esta peli, de las primeras que voy a ver, si se parece en algo a Celebración y por lo que dice tu reseña parece que si, seguro me gusta.
¿cuándo post del cineranking? ¿cuándo? ¿cuándo? ;D
Cualquier reivindicación que se haga del cine europeo (tanto da sea danés como sueco, alemán o italiano...) me parece oportuna y pertinente, así que va a contar con mi apoyo, más allá de valor intrínseco de cada cinta en que se sustente. Ésta, por lo que indicas, compa Xavier, es de las que merecen la pena, con lo cual habrá que procurar echarle ojo; la fima de Vinterberg es toda una garantía...
Un abrazo y buena semana.
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