LA BELLA Y LA BESTIA, de Bill Condon
EE. UU., 2017. Dirección: Bill Condon Guión: Stephen Chbosky y Evan Spiliotopoulos, a partir de la novela de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont Música: Alan Menken Fotografía: Tobias A. Schliessler Reparto: Emma Watson, Dan Stevens, Luke Evans, Kevin Kline, Josh Gad, Emma Thompson, Ewan McGregor, Ian McKellen, Audra McDonald, Gugu Mbatha-Raw, Stanley Tucci, Hattie Morahan, Adrian Schiller, Chris Andrew Mellon Género: Drama musical. Fantasía Duración: 120 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 17/03/2017
¿De qué va?: Víctima de un hechizo, un príncipe vive sus últimos días convertido en bestia. Maurice, un inventor, se acerca a su castillo sin saber el maleficio que pesa sobre el lugar. Bella, su hija, decide recluirse en las alas de la mansión para salvar a su padre.
La bella y la bestia será con toda probabilidad el título más taquillero en España y parte del extranjero de este 2017. De él ya se han escrito todo tipo de comentarios, y de hecho esta página se suma tarde a la valoración del trabajo de Bill Condon. Pero como el hechizo parece tener cuerda para rato, nos animamos a resumir en pocos puntos por qué La bella y la bestia es no sólo una obra innecesaria sino una mala película. ¡Que empiece el cuento!
1. No es una adaptación de la novela de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, sino un reciclaje de la versión que hizo Disney a principios de los 90. El director, o el estudio para el que trabaja, se niega, por lo tanto, la posibilidad de ver el material con otros ojos y de aportar savia nueva a la historia que todos conocemos al dedillo. ¿Dónde quedó el respeto a los orígenes literarios del título? ¿Y las vinculaciones francesas del relato, en lo estético y en lo idiomático? Poderoso caballero es don dinero.
2. No es una película de acción real: todos los escenarios contienen tantos efectos digitales que la propuesta, en lo visual y en lo técnico, dista muy poco de una película de animación. Es más: asociar los objetos parlanchines del castillo a la voz de un actor, cuya presencia corpórea se limita a pocos segundos en pantalla, es una falacia comercial plenamente denunciable. Ya sucedió algo parecido con El libro de la selva, que ganó el Óscar a los mejores efectos visuales siendo, en esencia, un cartoon.
3. Tampoco estamos ante una ampliación de la ficción de Disney, por mucho que el metraje se dilate casi media hora con respecto a su antecesora. No se amplía la historia, no se expande el arco emocional de los personajes, no se cuenta "más y mejor"... De hecho, los nuevos insertos funcionan como entreactos insulsos que siempre restan a la función. Que el único comentario que haya generado el film afecte a la sexualidad de LeFou es una muestra de ello (paradojas del cine: Luke Evans, que interpreta con pericia a Gastón, es homosexual). Y ya puestos... qué pena que Disney, consciente de su pujanza entre el público LGBTI, haga un guiño a esa comunidad con un personaje tan burdo, todo pluma e inquina.
4. La bella y la bestia ni tan siquiera puede considerarse una película. Si acaso, llamémosla fotocopia de lo logrado por Disney 25 años atrás. Las canciones son las mismas, y los temas de nuevo cuño pasan sin pena ni gloria. Los planos copian la disposición de las viñetas de 1991, detalle que debería hacernos reflexionar hasta qué punto se ignora, tanto en la esfera popular como en la académica, el valor de la dirección cinematográfica en cuanto a animación (nótese que ninguna película animada ha aspirado al Óscar a la mejor realización). El digital y el 3D oscurece los fotogramas, algo que quien escribe sigue sin comprender. Emma Watson resulta menos "real" que su émulo animado. Y nada justifica que Disney quiera ampliar su romance con las nuevas generaciones, pudiendo expander sus arcas en forma de reediciones en dvd (política que ya aplica) o reestrenos (costumbre menos arraigada, pero que también se ha seguido en el pasado).
Dicho todo esto, La bella y la bestia, versión 2017, únicamente pone de manifiesto la fascinación que despertó en una amplia mayoria la película de 1991. Y su visionado, incluso estando del lado de los más entusiastas de este nuevo estreno, evidencia lo excelente que era esa versión. ¿Quién querría conformarse con un sucedáneo teniendo a su disposición el producto original? Nadie ha señalado que la película de Bill Condon coincide con el centenario de La bella y la bestia de H. C. Matthews, mediometraje mudo y en blanco y negro. Por el camino, se ha perdido la magia, por mucho que los consumidores de "fast food fílmico" paguen su entrada para que Hollywood les cuente, otra vez, el mismo cuento.
Para convencidos de que "la belleza está en el interior".
Lo mejor: La taza / Emma Thompson pide a gritos una película para ella sola.
Lo peor: Ni Ding Dong consique que las dos horas de metraje se pasen volando.
Escucha la reseña de ÁLEX TIELAS de LA BELLA Y LA BESTIA en
EL PODCAST DE C&R: ESTRENOS ABRIL
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