Cuentos viejos, contextos modernos
ANNIE, de Will Gluck
2 nominaciones a los Globos de oro 2015: Mejor actriz protagonista (comedia-musical) y mejor canción original
EE. UU., 2014. Dirección: Will Gluck Guion: Aline Brosh McKenna, Will Gluck y Emma Thompson, a partir de la obra de Thomas Meehan Fotografía: Michael Grady Música: Jay-Z Reparto: Quvenzhane Wallis, Jamie Foxx, Rose Byrne, Bobby Carnnavale, David Zayas, Amanda Troya Duración: 115 min. Género: Comedia musical. Infantil Tráiler: Link Estreno en España: 30/01/2015
¿De qué va?: Annie es una niña huérfana que vive en una casa de acogida. Un día coincide en la calle con un rico empresario dedicado a la venta de teléfonos de última generación que quiere hacerse un espacio en la política municipal. Los ayudantes de campaña del hombre ven en Annie una posibilidad de oro para que su jefe remonte en las estadísticas, pero lo que en un principio nace como un negocio acabará siendo una experiencia que cambiará la vida de todos.
Casi nadie se acordaba de Annie, ya sea en su versión teatral para Broadway o en la larga lista de películas que surgieron a partir de la obra original. Will Gluck, hasta ahora defensor de comedias ligeramente gamberras como Rumores y mentiras y Con derecho a roce, desempolva la gallina de los huevos de oro con una versión navideña, neoyorkina y aparentemente moderna del clásico, sirviéndose de un humor y de unas fórmulas propias de las películas noventeras que la Disney facturó con irregular fortuna (por citar algunas, Flubber y el profesor chiflado o Inspector Gadget). Con estas señas, sorprenden varios aspectos: el más destacado, el giro al cine familiar de un autor como Gluck, bastante cómodo, al menos hasta ahora, en una comedia ajena a la corrección; y el más evidente, la voluntad por rescatar un 'christmas tale' que poco tiene que ver tanto con los valores del momento como con los gustos de los más pequeños (a Annie no le beneficia el hecho de dirigirse a una generación que desconoce los clásicos de la casa y que se ha criado con el 3D y la sucesión de efectos especiales de la animación digital). Annie, en otras palabras, es de esas películas que se intuyen desatinadas desde el primer minuto de metraje, y por desgracia ni tan siquiera se defiende como un ejercicio de melancolía cinematográfica: los personajes están descritos desde el desfase, la superficialidad y el histrionismo, detalle del que seguramente los votantes de los Razzie tomarán nota para sus nominaciones. Con todo, los que nacimos en los 90 (y, por lo tanto, a los que nos precede cierto bagaje de cine blanco, ligeramente azucarado y con músicas 'old style'), encontraremos un ejercicio de cine retro bastante curioso, sin llegar a tener el ritmo y la personalidad de Encantada: La historia de Giselle.
Casi nadie se acordaba de Annie, ya sea en su versión teatral para Broadway o en la larga lista de películas que surgieron a partir de la obra original. Will Gluck, hasta ahora defensor de comedias ligeramente gamberras como Rumores y mentiras y Con derecho a roce, desempolva la gallina de los huevos de oro con una versión navideña, neoyorkina y aparentemente moderna del clásico, sirviéndose de un humor y de unas fórmulas propias de las películas noventeras que la Disney facturó con irregular fortuna (por citar algunas, Flubber y el profesor chiflado o Inspector Gadget). Con estas señas, sorprenden varios aspectos: el más destacado, el giro al cine familiar de un autor como Gluck, bastante cómodo, al menos hasta ahora, en una comedia ajena a la corrección; y el más evidente, la voluntad por rescatar un 'christmas tale' que poco tiene que ver tanto con los valores del momento como con los gustos de los más pequeños (a Annie no le beneficia el hecho de dirigirse a una generación que desconoce los clásicos de la casa y que se ha criado con el 3D y la sucesión de efectos especiales de la animación digital). Annie, en otras palabras, es de esas películas que se intuyen desatinadas desde el primer minuto de metraje, y por desgracia ni tan siquiera se defiende como un ejercicio de melancolía cinematográfica: los personajes están descritos desde el desfase, la superficialidad y el histrionismo, detalle del que seguramente los votantes de los Razzie tomarán nota para sus nominaciones. Con todo, los que nacimos en los 90 (y, por lo tanto, a los que nos precede cierto bagaje de cine blanco, ligeramente azucarado y con músicas 'old style'), encontraremos un ejercicio de cine retro bastante curioso, sin llegar a tener el ritmo y la personalidad de Encantada: La historia de Giselle.
Para nostálgicos que se enternecen por Navidad.
Lo mejor: Foxx y Díaz, sin miedo al ridículo.
Lo peor: Cuesta verle la gracia. ¿Y por qué es tan larga?
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