POESÍA (POETRY) 9 / 10

Lee Chang-Dong acaba de ser el último bienvenido a mi lista de autores preferidos. Sus películas duran más de dos horas y son relatos que funcionan como mezcla de géneros, aunque el paso del drama al thriller siempre es tan sutil que el espectador asume cada historia como un todo lírico. Chang-Dong sigue la máxima de reducir los diálogos al máximo, inteligentísima maniobra porque cada rayo de luz, flor o gesto de sus actores presenta una amalgama de matices difícil de superar mediante el diálogo. Son historias espirituales que al mismo tiempo cuentan los cambios de la sociedad coreana. Chang-Dong es el mejor cronista de su país, seguramente porque en su día fue Ministro de Cultura y porque domina como nadie los mecanismos del melodrama. Tras Secret Sunshine, el título Poesía explicita aquello que ya sabíamos: al director le encanta la lírica de rimas trabajadas y sus películas son complejísimas composiciones, unos de los pocos remansos de paz y reflexión que se pueden encontrar en la cartelera. No quiero, no debo contar nada de la ganadora del premio al mejor guión en el Festival de Cannes. Cada uno debe armar su propia relación con la película, incluso darle infinitas interpretaciones al que ya es la escena final del año. Lo más seguro es que se sientan intrigados, atrapados, totalmente enamorados por la sencillez y la humanidad de esa ancianita con Alzheimer que debe cuidar de su nieto con el poco dinero que recibe por cuidar un anciano desvalido. Verán que no hay una expresión más lírica y lúcida de la tercera edad como ésta, y sentirán esa poesía silenciosa, esa inspiración que no llega pero que se manifiesta en cada gesto y objeto. Lee Chang-Dong tiene algo de 'vontrieriano' en el sentido de que sus protagonistas son mujeres que viven al límite y que callan más que hablan (aquí también hay una escena de prostitución). La fervorosa religiosidad que abrazaba la protagonista de Secret Sunshine conecta con la Bess de Rompiendo las olas, así hasta completar las referencias que queramos. Ahora bien: Chang-Dong es más calmado y no siente ninguna necesidad por dar a su historia la visceralidad de la tragedia. Es más: la protagonista ve desde la lejanía, en la puerta de un hospital, el dolor de unos padres que acaban de perder a su hija., demostrando que la mirada del narrador es más pulcra que morbosa. Por contra, Poesía es como una herida que sangra poco a poco, que va atrapando al espectador, que empieza con un suceso aterrador y acaba de forma circular, como si la película abriese su alma para esconder sus misterios y de paso volver a empezar. Puestos a tejer conexiones, Chang-Dong tiene mucho de Ozu y su retrato de la familia. La familia de Poesía está sesgada, y la protagonista es la abuela, la canguro y la sonriente sufridora de todo. Poesía es complejísima: es una crónica durísima sobre la amoralidad de los niños, es una metáfora de la belleza que nos rodea y que no vemos. Tan sencilla y tan poliédrica. Una obra de calado hondo, de inteligencia fina. Algunas de sus escenas quedarán selladas en la mente del cinéfilo. Y cuando hayamos desvelado el jugo de cada palabra del haicku, nos daremos cuenta que Poesía es una de las pocas obras maestras del 2010. Una maravilla.