Parece que Frears no quería abandonar los corsés de época. Chéri vino después de Ms. Henderson Presenta y La reina (The Queen), todas ellas encumbradas por la actuación de sus actrices protagonistas. Aquí se repite protagonismo femenino, y realmente la relación entre Pfeiffer persona y personaje se presta a muchos chistes. En pantalla es una cortesana ya mayor que se niega a ceder terreno a las nuevas y más jóvenes plebeyas. En la vida real, es una actriz a la que las arrugas no le han hecho más que conferir más belleza y misterio, aunque su irregular lista de estrenos desvela una carrera que, exceptuando Los fabulosos Baker Boys, nunca ha conocido un éxito rotundo ni ningún papel memorable. Chéri es un homenaje a Pfeiffer, y nadie mejor para acometerlo que quien la dirigiese en la muy recordada Las amistades peligrosas. Lo que Frears nunca tuvo en cuenta es que su querida actriz siempre resulta superior a la historia que protagoniza. Chéri no deja de ser una opereta muy insustancial, una obra de teatro dividida en varios actos en la que sólo brilla la sabiduría de Pfeiffer. Divierte su naturaleza british: hay que verla en su versión original para apreciar la corrección de sus diálogos y disfrutar de una estética historicista impoluta. Lástima que la película sea tan pequeña y previsible como un telefilm filmado en salones victorianos. Pfeiffer merecía mucho más.
Nota: 5
Si te gusta esta crítica, vótala en Filmaffinity