jueves, 23 de junio de 2011

Una película cargante: Crítica de SCOTT PILGRIM VS. EL MUNDO

Siete novios a los que atizar y una historia que contar. 1. Es como si Tarantino rodase films para la MTV (nos consta que el director de Pulp Fiction colocó esta película en su lista de las mejores del año pasado). 2. Es como si un escritor de cómics manga crease para un público occidental y quisiese que sus viñetas fueran en tres dimensiones. 3. Es como si un grafitero rockero se enamorase y empezase a pintarrajear sin orden ni concierto cualquier muro que tuviese al alcalce. 4. Es como si Robert Rodríguez hubiese fusionado sus Spy Kids con cualquier pantalla de cualquier nivel de cualquier personaje del videojuego Street Fighter. 5. Es como si Michael Cera, carapalo escuchimizado y comprobado supersalido, quisiese mostrar su faceta megamolona intentando emular el superhéroe superconquistador indie que nunca será. 6. Es como si un productor de Hollywood, pensando qué hacer después de Kick Ass, hubiese encontrado la novela gráfica de Brian Lee O'Malley en la habitación de su hijo adolescente y le hubiese encasquetado el proyecto a un realizador cachondo y mediocre (Edgar Wright). 7. Es como si los chicles, los cds de música pop, las gameboys y demás consolas hubiesen armado una rebelión, alzándose, adquiendo formas humanas y rodando ellos mismos una historia que, a pesar de partir de una idea genial, acaba por aburrir. Cuando todos los rivales están en el suelo, y antes de sobreimprimirse el cartel de 'Game Over', uno deja de tocar los botones del mando pensando que Scott Pilgrim vr. el mundo (ojo: un fracaso de taquilla en España) es una comedia de acción simpática, llena de referencias y homenajes, parodias e influencias, que no acaba de canalizar su energía gamberra. Resulta tan pesada que en esa lucha entre partes enemistadas y ennoviadas dan ganas de entrar en el juego y 'mamporrear' la jeta del señor Cera. Puestos a obsesionarse por una chica de pelo multicolor, me quedo con la Clementine de ¡Olvídate de mí! Me pasé la última media hora pensando si Kieran Culkin es verdaderamente gay, así que imagino que los fotogramas no me interesaron demasiado. Pues eso: una película cargante.


Nota: 5