jueves, 21 de diciembre de 2017

CRÍTICA | ALICE, de Woody Allen


Allen y las mujeres
ALICE
Nominada al Óscar y WGA al mejor guión original
EE. UU., 1990. Dirección y guión: Woody Allen Fotografía: Carlo Di Palma Música: VV. AA. Reparto: Mia Farrow, William Hurt, Alec Baldwin, Caroline Aaron, Blythe Danner, Judy Davis, Joe Mantegna, Bernadette Peters, Cybill Shepherd, Patrick O'Neal, Lisa Marie Género: Comedia dramática. Fantasía Duración: 100 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 04/09/1991
¿De qué va?: Alice lleva una vida acomodada a la sombra de su marido, un empresario rico de Nueva York. Insatisfecha, recurre a un brujo de Chinatown que le receta unas hierbas de extraños efectos.



Woody Allen recurre a su musa de los 70 y 80, Mia Farrow, para volcar en Alice una parte importante de sus obsesiones. El film habla del paso del tiempo, del desencanto, de las presiones sociales y, en general, de las tribulaciones que acechan a una ama de casa de la burguesía neoyorkina, seducida por la idea de conocer a Teresa de Calcuta y a la vez de tener un affair extramatrimonial. Aceptada la repetición de temas por parte de su artífice, la novedad de Alice, al menos para los asiduos al cine del genio, reside en las distintas digresiones que se suceden a lo largo del relato. El peso de los flashbacks de ecos bergmanianos y de los efectos que producen los brevajes mágicos que la protagonista recibe por parte de un "pseudomédico" asiático (desde unos polvos efervescentes que producen invisibilidad hasta una solución para enamorar a cualquiera) dotan a la película de un aire festivo, detalle necesario en un guión menos satírico que en otras ocasiones. El resultado es un cuento que se visiona con gusto, a pesar de las reiteraciones allenianas y de la sensación de que, tras su intelectualidad, se esconde un producto más liviano de lo que podría parecer a simple vista. Se echa de menos una mayor profundización de todos sus palos, pero la escena final, enésimo golpe maestro, nos ofrece una convincente respuesta: Alice, a pesar de ser la cabeza de cartel y, en gran parte, una expresión exagerada de la cabeza del propio Allen, es un personaje que resulta enigmático, esquivo, desconocido... y por ello sólo podemos saber de su futuro a través de los chismes de distintos desconocidos. Una metáfora del vacío que acompaña a la opulencia, justamente el cuadro psico-clínico del que adolecen gran parte de las heroínas "marca de la casa". 


Para allenianos de pro.
Lo mejor: El tándem que forman la fragilidad de Farrow y la inteligencia de Allen.
Lo peor: La inevitable sensación de déjà vu.



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