lunes, 22 de mayo de 2017

CRÍTICA | YO NO SOY MADAME BOVARY, de Feng Xiaogang



No sin mi marido (ni con él)
YO NO SOY MADAME BOVARY, de Feng Xiaogang
Festival de San Sebastián: Concha de oro y premio a la mejor actriz
China, 2016. Dirección: Feng Xiaogang Guión: Liu Zhenyun Fotografía: Luo Pan Música: Wei Du Reparto: Fan Bingbing, Dong Chengpeng, Fan Wei, Guo Tao, Li Zonghan, Zhang Yi, Liu Hua, Zhang Jiayi, Yu Hewei, Zhao Lixin Género: Drama Tráiler: Link Duración: 125 min. Fecha de estreno en España: 17/03/2017
¿De qué va?: Li Xuelian planea un falso divorcio para conseguir una segunda vivienda. Cuando su marido la abandona y se casa con otra mujer, Li inicia una lucha que se alargará durante más de una década para que el gobierno chino reconozca la estafa y castigue al hombre.


Yo no soy Madame Bovary es la nueva obra de Feng Xiaogang, director muy reputado, de carrera dilatada, que fuera de las fronteras de su país ha quedado opacado por otros cineastas como Zhang Yimou o Jia Zhang-Ke. Tampoco es demasiado conocida Fan Bingbing, estrella absoluta en toda Asia que aquí transforma su físico bellísimo para dar vida a una mujer abandonada por su marido y, en última instancia, por el sistema judicial chino. Ella es la parte más desfavorecida de un matrimonio que en el pasado firmó un pacto tácito de divorcio con el único propósito de conseguir una vivienda, si bien ese acuerdo sólo sirvió para que él huyera con otra mujer. La calumnia da paso a la frustración, ésta a su vez abre un periodo de lucha, y finalmente las protestas no atendidas de la protagonista virarán en frustración. Todo ese periplo, relacionado en su prólogo con una leyenda tradicional china, discurre con la pantalla en negro y en fotogramas circulares, como si viéramos la película con un binóculo, en clara metáfora del ambiente desasosegante que constriñe a su (anti)heroína. Por desgracia, el guión se mantienen en un tono tan trágico que sus arrebatos cómicos, anticlimáticos se miren por donde se miren, restan credibilidad a la insistencia de su protagonista. La fotografía se ensancha, a medida que avanza el metraje la pantalla va cambiando de formatos y de épocas, pero el discurso, bien por reiterativo o por confuso, termina hastiando a la platea. El resultado es una película de visionado difícil, casi inaccesible por las diferencias culturales que nos separan con la China ancestral, retratada aquí a modo de fresco casi pictórico. O tal vez decimos esto porque nos faltan suficientes datos sociales e históricos de China para valorar el film en su justa medida. Cinta ingrata donde las haya.


Para estudiosos del gigante asiático.
Lo mejor: Su concepción fotográfica.
Lo peor: En fondo, trasfondo y forma, resulta muy confusa.


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