lunes, 13 de abril de 2015

CRÍTICA | MIFUNE, de Søren Kragh-Jacobsen


El arribista, el retrasado y la prostituta
MIFUNE, de Søren Kragh-Jacobsen
Festival de Berlín 1999: Oso de Plata
Dinamarca, 1999. Dirección: Søren Kragh-Jacobsen Guión: Søren Kragh-Jacobsen y Anders Thomas Jensen Fotografía: Anthony Dod Mantle Reparto: Iben Hjejle, Anders W. Berthelsen, Jesper Asholt, Emil Tarding, Sofie Gråbøl, Anders Hove, Paprika Steen, Sidse Babett Knudsen, Ellen Hillingso, Mette Bratlann, Susanne Storm Género: Drama Duración: 95 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 05/11/1999
¿De qué va?: Kresten tiene la vida más que encarrilada: un trabajo perfecto, un brillante futuro por delante y una esposa y unos suegros bien posicionados entre las élites de Copenhague. El día después de su boda, una llamada telefónica rompe en pedazos la ordenada existencia de Kresten: su padre ha muerto y debe regresar de inmediato a su casa para cuidar de Rud, su hermano discapacitado. Claire, su esposa, no sale de su asombro, ya que desconocía el pasado de su marido, pero nada puede detener a Kresten en un viaje que es un regreso y también una huida.
Palmarés: Premio Especial de Jurado del Festival de Berlín 1999. Bodil y Robert a Jesper Asholt al mejor actor secundario. 3 candidaturas a los Premios del Cine Europeo, incluyendo mención en mejor película.


¿Qué ha quedado del Dogma 95? Seguramente mucho más de lo que muchos analistas y críticos serían capaces de reconocer. La etiqueta caducó hace mucho tiempo, y a pesar de sus bases, resumidas en un decálogo tan cacareado como cuestionado, sigue siendo el movimiento cinematográfico más relevante de los últimos años. Nadie niega su importancia, su capacidad de transgresión y polémica (más o menos gratuíta según el espectador), y pese a todo es de justicia reconocer que parte de las bondades del Dogma no fueron méritos del sello 'dogmático': al fin y al cabo, Von Trier y compañía abanderaron un cambio latente, evidenciaron una moda silenciosa, una tendencia al cine social y un apego al nuevo formato digital que ejemplifican otras obras de finales de los 90, paralelas pero desvinculadas de la órbita Dogma.


Mifune, amparada bajo el subtítulo de Dogma 3, fue una de las grandes beneficiadas de la eclosión que tuvo el Dogma en los festivales y en las carteleras europeas. Søren Kragh-Jacobsen, a diferencia de otros cineastas del movimiento, ya contaban por aquel entonces con una carrera consolidada, más que dilatada y con repercusión internacional, pero no fue hasta Mifune cuando su nombre resonó con fuerza en los cines españoles (y, por extensión, en los de medio mundo). Debido precisamente a la difusa vinculación de Kragh-Jacobsen con los fundamentos del Dogma, Mifune fue recibida como una película más amable que Celebración y Los idiotas, los mascarones de proa de las ideas y las formas del Dogma 95, a pesar de compartir con éstas cierta tendencia al humor negro y al dibujo de una burguesía danesa asentada sobre la mentira.


El arranque de Mifune está repleto de escenas montadas con efectos anticlimáticos. Una plácida estampa nupcial queda bruscamente interrumpida por una escena de sexo salvaje (en apenas dos minutos se resume la falsedad de la clase pudiente de la Dinamarca urbana); tras ésta, sigue una llamada telefónica que dará un nuevo quiebro al relato (descubrimos que el protagonista es un arribista de origen humilde); y finalmente el personaje inicia un inesperado viaje de la ciudad al campo para reencontrarse con esa parte salvaje e instintiva que había reprimido (encarnada en el personaje del hermano, un niño grande con una discapacidad mental). El encuentro con una prostituta en busca de redención y la (otra vez) imprevista huida de la esposa mancillada (su marcha de la granja familiar es un ejemplo de comedia esperpéntica, con un pie en la provocación y otro en el ridículo) completan una historia que avanza titubeante, en consonancia con la fuerza y las contradicciones de sus personajes.


En conjunto, una película curiosísima, tal vez más accesible que sus hermanas dogmáticas, pero punzante, libre de cualquier convencionalismo. Vale la pena recuperarla: no llega a sobrepasar los límites de lo incorrecto (Los idiotas, en cambio, era un film 'de trinchera cinematográfica e incluso política'), y tal vez por eso es más fácil empatizar con sus personajes y conectar con su historia (aunque se evidencian ciertas citas a la sociedad danesa, su mensaje llega transparente y directo a todo tipo de audiencias). Pero que nadie se lleve a engaño: Mifune, pese a todo, es 'puro Dogma'. También puro cine.

Para buscadores de películas que equilibran la caricia con la bofetada.
Lo mejor: La interpretación de sus tres actores principales.
Lo peor: Algunos pasajes resultan demasiado exagerados.

1 comentario:

Israel "el estepario" dijo...

Me ha encantado que tengas una sección de cine nórdico, y me ha encantado que la primera reseña que aparece sea la de Mifune, pero si hubiera sido la de Festen habría sido el recopón bendito ;-)
A mi la de Mifune me gustó mucho, de hecho la tengo original, la vería en algún cajón de saldo, me parece mejor que Idiotern pero algo inferior a Festen (Celebración en español).
Realmente es una cinta curiosa y bastante accesible, así que en general comparto tu punto de vista sobre la misma.
Lo malo es que para ver este cine tienes que tirar de videotecas por internet y aún así no es del todo sencillo.
Recuerdo hace tiempo navegar por una web del ministerio de cultura danés (no sería exactamente eso, pero da igual), que era como una especie de archivo cinematográfico de tropecientas mil historias, pero sobre todo eran documentales o pelis muy antiguas, pero creo recordar haber visto obras mas o menos modernas, pero no me preguntes más porque no me acuerdo, creo que ni siquiera tenía para traducir al inglés, así que imagínate navegar por un sitio en danés.
Saludos pues.