martes, 13 de mayo de 2014

Crítica de NACIONAL 7 (NATIONALE 7), de Jean-Pierre Sinapi


NACIONAL 7 (NATIONALE 7), de Jean-Pierre Sinapi (Francia, 2000)
¿De qué va?: Julie entra a trabajar en un centro de discapacitados. Sin demasiada experiencia, va aprendiendo poco a poco con la ayuda del director y de los empleados el mecanismo de trabajo, los horarios de las comidas y los cuidados, rutinas y medicación de cada interno. René, un hombre mayor de escasa mobilidad, en seguida pone las cosas difíciles a la nueva enfermera. Ante los problemas que ocasiona René en todo el grupo, Julie llega a una determinación polémica: accede a llevar a René fuera de la clínica para que este se cite con una prostituta. Tras los primeros encuentros sexuales, el carácter de René mejora, la vida en el centro se vuelve más apacible y el resto de internos pide su particular cita con una muchacha de compañía.
Palmarés: Nominada al César a la mejor ópera prima. Premio del público en los festivales de Berlín, Gardanne y San Sebastián. Premio Fipresci del Festival de cine de Londres.
El dato: Rodada en vídeo digital, la filmación de la película discurrió en paralelo a la eclosión del Dogma 95. Sinapi contó con discapacitados reales para el film. Olivier Gourmet, cabeza de cartel, es el actor fetiche de los hermanos Dardenne y es el gran intérprete del último cine social francófono. Sinapi, dedicado posteriormente a sus trabajos en televisión, filmó tras su ópera prima Vivre me tue, un film que nunca se estrenó en nuestro país. Antes de dedicarse al cine, Sinapi trabajó como profesor de física en un instituto. El film está dedicado a René, un paciente real en cuya historia está inspirada la historia.


Reseña: Sinapi toma un tema tan delicado como el trato a la gente discapacitada para hacer una comedia. Ni una sátira, ni una parodia, ni una desvirtuación bufonesca: una comedia a secas. Con un humor comedido pero no mojigato, que respeta a los personajes al mismo tiempo que los describe en toda su complejidad. Nacional 7 es tan experimental como pedagógica, un ejercicio de cine que resulta veraz tanto por su depurada opción formal como por la naturalidad de sus diálogos. El espectador tiene la sensación de asistir en vivo y en directo a la rutina de unos seres que no pueden valerse por sí mismos, que sueñan, que aman, que son capaces desde su tronos con ruedas de actuar como dictadores, y que también son, desde la prisión de sus mentes y cuerpos, unos títeres dóciles que dejan llevarse por los afectos y los intereses de su entorno. Sinapi imprime una mirada costumbrista y pedagógica, y a su vez nos propone mirar a sus criaturas como pequeños grandes ángeles y diablos. Cine social sin consignas ni dogmatismos, muy valiente a la hora de retratar las intimidades de aquellos sectores que la sociedad acalla y encierra en centros especiales. Cine humano que convence antes al público que a la crítica, tal vez porque esta última siempre acoge las nuevas estrategias y temáticas desde la suspicacia. Hace trece años, su estética desaliñada estaba de plena actualidad, pero ahora los condicionantes formales de la propuesta han envejecido el film. La historia, eso sí, sigue tan fresca como el primer día. Los blogs tenemos la obligación de rescatar perlas ocultas en paralelo a los estrenos y a los títulos más citados. Créanme: Nacional 7 les encantará, les hará reír y llorar, les enseñará cosas con las que no contaban, y sobre todo les hará felices, al menos un poco más de lo que estaban antes del visionado.


Para alérgicos a los correctismos.
Lo mejor: El trabajo de los intérpretes, tanto los profesionales como los amateurs.
Lo peor: Que en 14 años nadie haya abordado el tema con tanta precisión... aunque eso, en todo caso, engrandece el film.



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