viernes, 23 de febrero de 2018

CRÍTICA | LOVING VINCENT, de Dorota Kobiela y Hugh Welchman



Filmando, pintando
LOVING VINCENT
Nominada al Globo de oro, Bafta, Satellite y Critics Choice a la mejor película de animación
Polonia, 2017. Dirección: Dorota Kobiela y Hugh Welchman Guión: Dorota Kobiela, Jacek Dehnel y Hugh Welchman Música: Clint Mansell Fotografía: Tristan Oliver y Lukasz Zal Reparto: Douglas Booth, Helen McCrory, Saoirse Ronan, Aidan Turner, Eleanor Tomlinson, Chris O'Dowd, Jerome Flynn, John Sessions, Holly Earl, Robert Gulaczyk, James Greene, Bill Thomas, Martin Herdman, Josh Burdett, Richard Banks, Shaun Newnham Género: Drama. Animación. Biopic Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 12/01/2017
¿De qué va?: Un hombre va tras la pista de Theo Van Gogh para entregarle una misiva. Al enterarse del fallecimiento de Van Gogh, inicia una investigación para saber qué ocurrió con los hermanos Van Gogh y poder entregar la carta a una persona de confianza.


Loving Vincent es uno de los largometrajes más originales de la temporada. Tras rodar hora y media de metraje, los directores Dorota Kobiela y Hugh Welchman invitaron a varios pintores para convertir los más de 56.000 fotogramas de la obra en cuadros pintados al estilo del artista neerlandés Vincent Van Gogh, hasta dar como resultado un auténtico tableau vivant fílmico. Las conexiones entre pintura y cine llegan a una cima especialísima con una película que, además, ha contado con el beneplácito de todas las entregas de premios de la temporada. Van Gogh está presente en cada una de sus escenas, también lienzos, si bien en un sentido estricto es el gran ausente de la función. Loving Vincent sigue las pesquisas de un hombre que debe entregar una carta al hermano muerto del pintor, un cometido que va postergando mientras habla y reconstruye cual detective los últimos días de la familia. Ese es precisamente el gran lastre de la cinta: si bien la estilística pictórica de Van Gogh lo impregna todo, el "fondo" nunca afecta a la "forma", y lo que resulta es un proyecto que en ningún momento vivifica el espíritu de su homenajeado, por mucho que se intuya un respeto casi reverencial. Tampoco aporta la estructura epistolar, llena de circunloquios, micropersonajes y flashbacks que, sin viciar la narración, sí la ralentizar hasta el punto de restarle parte importante de su valor pedagógico y diversión. En resumen, resta una película más curiosa que interesante, apreciable en cuanto a técnica, aunque anecdótica dentro de un maremágnum animado que temporada tras temporada nos ofrece más y mejores películas. 



Para amantes del arte, en todas sus expresiones, y sus biografías.
Lo mejor: Su estética.
Lo peor: Un guión poco dinámico.


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