Tiene mucho sentido que unos Oscar que se han acordado del cine histórico de Bigelow o Spielberg hayan dado espacio en mejor película de habla no inglesa a la chilena No, la crónica de cómo se gestó la votación popular que dejó a Pinochet fuera del poder. A medio camino entre el documental y la falsa ficción, No nos acerca las disputas, discusiones y decisiones que acabaron configurando la llamada 'campaña del No', los 15 minutos de televisión en abierto que el frente en contra del gobierno de ese momento tenía para cocinar en las urnas un milagro a priori inalcanzable. El film es un genial retrato de los mundos de la publicidad, y por lo tanto de la manipulación y la capacidad de influir en la masa. 'Voy a conseguir que Pinochet caiga', dice el protagonista en calidad de publicista, pero también como hombre en cuyas decisiones descansó un poder enorme: decidir el futuro de todos los chilenos. No importa que como espectadores sepamos de antemano el resultado de la consulta o que desconozcamos por completo las distintas cuestiones que acabaron con una de las dictaduras militares más terribles de Latinoamérica: Larraín realiza un ejercicio de reconstrucción histórica, al mismo tiempo de desconstrucción al presentar los rostros anónimos de esa historia, y entre ambas ofrece un thriller muy competente en el que el espectador se siente parte activa de la trama al poder acceder a la filmación de los spots publicitarios, la emisión de los mismos, las tensiones de ambos frentes y la transformación de un pais sometido al yugo del dictador, pero más dependiente todavía del poder de la imagen. Por ello No puede leerse en clave moderna, por eso destaca más como historia universal y simbólica que como documento valiosísimo de un momento. Algo que sin duda ha beneficiado su candidatura al Oscar: intuímos que los estadounidenses, al igual que la mayoría de espectadores que se acerquen a No en su paso por los cines españoles, desconocen esa historia que, al tratarse de una cuestión 'local', se cataloga equivocadamente en minúsculas. Y de paso, ha reconocido la valentía y la calidad de la que fuera la película más aplaudida en sección no oficial del Festival de Cannes 2012. Pocos films de trasfondo histórico hablan tanto y tan bien de la crueldad de los mecanismos dictatoriales, de las artimañas y los efectos de los medios de comunicación, de cómo se sustenta un país a base de mentiras, de la importancia de acogerse a métodos democráticos, de la necesidad de romper con el oscurantismo a base de ingenio y humor. No, título conciso, enunciado alto y claro, parece contener el discurso fácil y rápido de una pancarta, pero tiene mucha miga. Una de las obras más interesantes que nos ha dado el cine hispanoamericano más reciente. Una demostración de que gran parte del cine de habla española más estimulante de los últimos años solo se encuentra en cinematografías hermanas del otro lado del charco. Y como prueba de su enorme valor, una reflexión: ¿seríamos nosotros capaces de construir un film tan sólido como No contando los procesos que mediaron entre la dictadura franquista y la transición, las primeras elecciones con Suárez al frente o el golpe de estado del coronel Tejero, sin caer en lo telefimesco y evitando encendidas reacciones de las todavía vigentes 'dos Españas'? En un país, el nuestro, enfermo por partida doble (por excesivo apego a una Constitución a revisar, y por excesivo desapego a todo lo que supone un planteamiento o cuestionamiento de lo establecido, sobre todo si viene de parte de las gentes de la cultura), películas como No deberían alumbrar el camino hacia el terreno artístico y político verdaderamente fructífero.
Para los que encuentran en el pasado las directrices del presente.
Lo mejor: El retrato de las bambalinas propagandísticas es apasionante.
Lo peor: Que no sea de visionado obligatorio.
Nota: 8
2 comentarios:
Estimado: Por lo que escribe me parece que su desconexión historica frente a los hechos acaecidos en Chile durante aquel oscuro periodo es profunda. Soy chileno, vivi en dictadura y fui testigo directo de los acontecimientos relacionados con el plebiscito.
Antes que nada, le quiero comentar que esta peliculita fue dirigida por el hijo de uno de los esbirros del asesino Pinochet, perteneciente a la coalición que lamentablemente gobierna el pais en la actualidad.
De acuerdo a mi experiencia directa, el triunfo del NO se debió a un clamor popular que supero al de la aristocracia (a la cual pertenece el realizador que ud. tanto alaba) que pretendia mantener al sátrapa en el poder hasta 1997, y no a una campaña de propaganda (que es diferente a la publicidad).
Concluyo aclarando que para mi esta peliculita no es mas que un western en clave documental y que lamentablemente para el fachito Larrain se tendra que devolver a esta mierda de pais a profitar nuevamente del estado para financiar sus creaciones ya que frente a un monstruo como Haneke no tiene oportunidad.
Saludos afectuosos desde el hemisferio sur.
Tengo que confesar que me daba pereza ponerme a ver 'No' de Pablo Larraín. Ya sabéis, Pinochet, la dictadura, con todo respeto, como que ya me lo sabía todo. Al estilo de las pelis españolas de la guerra civil. Ha sido una grata sorpresa. Entretenida, al estilo de 'Argo', con un 'look' extraordinario de esos años 80 y unos créditos magníficos. Más que recomendable. Un saludo!!!!
Publicar un comentario