Las teclas del thriller son muy difíciles de tocar. La mayoría de películas que se estrenan concentran todos sus esfuerzos en una parte del concierto, como si el clímax final, por su intensidad, fuese capaz de maquillar las posibles deficiencias de la pieza. Grand Piano, y en general todas las películas de producción española que se interesan por los compases del terror con vistas a un público de cámara más amplio (Luces rojas, Mamá, Mindscape, Open Grave, etc.), comete la ingenuidad de dejar todo el peso de la partitura en sus últimas suites. Grand Piano no es un concierto, sino un giro argumental que quiebra la pieza inicial y abre el conjunto a dos partes musicalmente diferentes, una de vocación introductoria y otra plenamente centrada en la acción. Eugeni Mira conoce las notas, las claves, los instrumentos y los músicos que lo acompañan, pero falla a la hora de crear buenos personajes, por lo que Grand Piano termina supeditada a la efectividad de sus giros: los personajes no protagonizan una trama sino que más bien están al servicio de una acción, o, para seguir con el símil, de un crescendo musical antecedido por el silencio más absoluto. Como cinta inaugural del Festival de Sitges, y por lo tanto como título representativo de su género, Grand Piano demuestra que en España, con la complicidad de actores y técnicos extranjeros, se logran ejercicios pianísticos de gran calidad, aunque todavía estamos lejos de producir la gran obra que permita poner rostro representativo a todo este movimiento, no sólo musical, de jóvenes autores criados en el seno del cine fantástico y de terror. Grand Piano evidencia las virtudes y los defectos de toda una generación de autores y de cintas, pero también presenta algunas particularidades nada desdeñables: la inteligente utilización de la fotografía, los elegantes títulos de crédito, el extraño atractivo del menudo Elijah Wood y la personalidad de sus espacios interiores consiguen que por momentos estemos ante un producto que, aun sabiéndose menor, juega a dibujar atmósferas propias de compositores de renombre. Grand Piano es la historia de un talentoso pianista que no puede superar el virtuosismo de su maestro: el mismo paralelismo podría hacerse con respecto Mira y todo el acervo de clásicos cinematográficos que Grand Piano imita y cita con desigual fortuna. Al menos el espectáculo musical tiene una trama sencilla, con la orquestra justa y necesaria, con una duración más que medida, con un misterio que se resuelve sin sobreexplicaciones ni fisuras: los mecanismos del piano terminan funcionando con la precisión de un metrónomo y la música resulta bastante afinada. Una ópera bien lograda, aunque seguimos con ganas de más.
Para seguidores de las músicas del misterio.
Lo mejor: No mantiene en vilo, pero sí engancha. La elegante escena final.
Lo peor: En lo personal, desluce más su anodina primera media hora
que las locuras de su último tramo.
Si te gusta esta reseña, vótala en Filmaffinity
Nota: 6
Lo mejor: No mantiene en vilo, pero sí engancha. La elegante escena final.
Lo peor: En lo personal, desluce más su anodina primera media hora
que las locuras de su último tramo.
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Nota: 6