Noviembre enseña sus garras en estos días de frío y disfraces. Los críticos de cine, inspirados, afectados ante tal panorama, avanzan las navidades regalando estrellas y alagos a films que no se lo merecen (¿o realmente si?). Hay el cliché preconcebido de que las películas estrenadas a final de año son mejores que las restantes, un concepto falso copiado de EEUU, país que aprovecha las últimas jornadas de noviembre y diciembre para estrenar los títulos que más sonarán en los Oscar. En España, el invierno suele ir asociado al estreno de las películas que han barrido en los distintos festivales, aunque su distribución es pésima y la mayoría desconoce el título ganador del último Venecia, Cannes o Berlin (glups). Este hecho, pero, no justifica la unanimidad de cinco estrellas que hay sobre Quemar después de leer, Tropic Thunder o Tiro en la Cabeza (tienen las críticas en antiguos posts). ¿Qué está pasando?
La crítica desconoce su poder de persuasión sobre el público. A veces es nefasta porque prejuicia films aún no estrenados (Australia) y alaba propuestas que muchas veces no pasan de lo correcto. Amo, temo y detesto la crítica cinematográfica a partes iguales, algo que compartirán muchos de ustedes. ¿Existe el crítico perfecto? ¿Basta solo con tener una opinión de alguien o de algo?. Los sectores que se dedican al análisis fílmico deberían reformular su trabajo en una sociedad que evita y odia a los intelectuales. De no ser así, la crítica puede convertirse en un ente abstracto y anacrónico, indefenso ante las taquillas millonarias de bodrios pasados, presentes y futuros. Como lector y amante del cine (e intento nefasto de crítico de cine), creo que debemos alimentar nuestros discursos con cautela, educación y criterio. No nos damos cuenta que, hablando previamente de Changeling, Slumdog Millionaire o The reader, estamos alterando el transcurso natural de dichas películas, el camino de unos premios (los Oscar) que se suponen queridos por esta comunidad blogera (ojo, mis aspiraciones son solo pacíficas). En mi (¿mi?) multicine, cuatro acomodadoras suelen ponerse a hablar en el pasillo de turno minutos antes de que acabe la película. Estas chicas, al igual que los críticos, insultan (a veces) a las películas, olvidando que tras ellas se esconde el trabajo de miles y miles de personas. Es difícil mantener la mirada limpia en una sociedad que juzga y critica el asunto y noticia más nimia. Tras este diálogo metalingüístico, la pregunta es evidente: ¿es necesaria la crítica cinematográfica? ¿debe ésta reformular su discurso?. El debate está servido.