Los olvidados
DEPRISA, DEPRISA, de Carlos Saura (España, 1981)
Palmarés: Oso de Oro a la mejor película del Festival de Berlín 1981. Proyectada en el Festival de cine de Chicago.
Reseña: Entre la posguerra y la Movida Madrileña, o entre el Destape y la nueva
comedia madrileña a efectos cinematográficos, surgió una gran corriente
de cine quinqui capitaneado por nombres como Eloy de la Iglesia y José
Antonio de la Loma. Aunque por fechas hablamos de un género muy limitado
y delimitado, sus títulos más conocidos, Yo, El Vaquilla, las dos partes de El lute y La estanquera de Vallecas,
escapan de ese corsé temporal y llegan hasta finales de los 80, y más
lejos todavía si incluímos dentro de este apartado títulos de producción
más o menos reciente como Volando voy o algunas obras de Alberto
Rodríguez. Por ello, es imposible hablar de estos títulos sin citar
nombres anteriores y posteriores o sin remitirse a la idiosincrasia española de toda la vida, presente, como no podría ser de otra manera, en toda la producción cinematográfica local. Deprisa, deprisa
es uno de los pilares de ese cine cine ochentero y el Oso de oro
conquistado en el Festival de Berlín lo sitúa dentro de la lista de
films más influyentes de su década.
Carlos Saura, muy apegado al flamenco y al latir de la tragedia clásica, cuenta la historia de una banda de jóvenes delincuentes de poca monta que viven sin pensar en el mañana. Saura define a sus criaturas como unos parias sin familia que deambulan por descampados y bares, y que han hecho del hurto, el consumo de drogas y la ley de la navaja su única forma de subsistencia y existencia, un ritmo frenético que termina por estallar. Deprisa, deprisa es un estudio inteligente de los mecanismos y los códigos de la marginalidad, dotado de un gran sentido del ritmo, una estupenda descripción de personajes y buen pulso a la hora de resolver las escenas de acción. En voz baja, la película cuestiona a toda la sociedad y construye un relato de gran profundidad sobre los adolescentes en peligro de exclusión que ni pueden ni quieren acoplarse al sistema. Ahora los tiempos han cambiado, pero el paisaje no ha diferido demasiado: alrededor de las grandes ciudades siguen concentrándose antiguos pisos de clase obrera, con elevados índices de delincuencia, mayor índice de población inmigrante con respecto al núcleo urbano y escaso control por parte de policías e instituciones sociales. Por todo ello, el visionado de Deprisa, deprisa sigue siendo muy recurrente: Ángela, Julieta sin Romeo, sigue a día de hoy alejándose en el horizonte a paso lento, sin destino fijo ni equipaje, en esta 'España del quiero y no puedo'.
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