El cine de Christoffer Boe sorprende. Uno siempre espera que el cine danés sea diferente al resto y haga honor a su condición de patria del Dogma 95 y cuna de algunos de los mejores cineastas de la actualidad. Pero si el conjunto del cine danés ya resulta extraño de por sí, las obras de Boe son directamente lo más rebelde que uno puede encontrarse en el cine europeo. Son películas que gustan o no según el estado de ánimo del espectador: de hecho, Reconstruction no me convenció, Offscreen me entretuvo y esta Allegro me tiene enloquecido. Por un momento imagínense que Kafka quisiese imitar a Hitchcock, que Michel Gondry filmase una película Dogma, que Christopher Nolan en lugar de hacer superproducciones fuese un autor idie, que Lynch hubiese nacido en el norte de Europa, que Tarkovsky y Kubrick hubiesen rodado a cuatro manos o que el primer Von Trier hubiese construido uno de sus homenajes a Europa escuchando la música de Bach. Todo ello solo describe la superficie onírica pero fascinante de una película como Allegro, cuyas imágenes hechizan sin demasiados efectos especiales, y cuya historia se entiende más o menos, pero siempre fascina. Boe presenta la imagen de una caja que contiene el pasado de su personaje y construye su historia a modo de capas sobre capas, tiempos sobre tiempos. La lectura lineal de Allegro no deja de ser una reivindicación del amor en su estado más puro, pero Boe opta por el camino más difícil: la concatenación de metáforas, la sucesión de puertas que llevan a otras puertas, espacios no tangibles y lúgubres, personajes que son siluetas y sombras. Ver Allegro es toda una experiencia en la que el espectador o bien se sentirá excluido desde el primer momento o se dejará zambullir en este viaje de ida, vuelta y regreso a La Zona. Pocas veces el absurdo se encuentra con el terror psicológico. Cine joven, rompedor, fresco, diferente, en busca de lo primigenio, en constante investigación del lenguaje cinematográfico. Allegro tiene la belleza y la oscuridad de un acorde de piano mal afinado. Obviamente el público que busque evasión y palomitas queda excluido del juego. Pero si son valientes, si quieren ir al cine, acceder a una realidad paralela y no volver nunca más, esta es su película. Por el camino se divertirán y no saldrán de su asombro. Y al final de los títulos de crédito despertarán de una maravillosa sesión de hipnosis. Hay que rescatarla, lo que por estas latitudes significa 'descargarla': peliculón de culto inmediato.
Nota: 8
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