lunes, 1 de agosto de 2022

PELÍCULAS INTERNACIONALES DE LOS ÓSCAR | QUEMADO POR EL SOL (Утомлённые солнцем), de Nikita Mikhalkov (Rusia)


QUEMADO POR EL SOL (Утомлённые солнцем)

Rusia, 1994. Dirección: Nikita Mikhalkov Guion: Nikita Mikhalkov y Rustam Ibragimbekov Música: Eduard Artemyev Fotografía: Vilen Kaluta Reparto: Nikita Mikhalkov, Oleg Menshikov, Ingeborga Dapkunaite, Nadezhda Mikhalkova, Vyacheslav Tikhonov, Vladimir Ilyin, Svetlana Kryuchkova, Nina Arkhipova Género: Drama histórico Duración: 150 min. Tráiler: Link 
¿De qué va?: Un condecorado y reverenciado héroe de guerra disfruta de la compañía de su familia en un tranquilo día estival, cuando de pronto recibe la visita inesperada de un hombre al que no veía desde hacía años. Conforme transcurre el día y se acerca la noche, el coronel descubrirá el verdadero motivo de la visita. (FILMAFFINITY)


Quemado por el sol, tras un prólogo extraño que no entenderemos hasta el final de la función, sucede en un entorno bucólico, plácido, etílico. En una casa de campo, en pleno domingo de estío, distintas personas canturrean y se pasean sin rumbo aparente. Poco a poco vamos descubriendo los lazos que unen a esa prole. También, de forma muy sutil, pequeños elementos irrumpen en las paredes de madera: afuera un pelotón de tanques de guerra se dispone a aplastar los campos de trigo, otra unidad hace simulacros de ataques químicos a las orillas de un río, unos obreros construyen una mole de tintes políticos y una metafórica bola de fuego recorre el relieve de la estepa rusa. Así, con imágenes de una falsa normalidad y filtraciones asociadas al escalofrío de lo bélico, Nikita Mikhalkov retrata la calma tensa que se experimenta en una tierra envenenada por las ideologías exacerbadas. El discurso, aunque se refiere a las purgas stalinistas, puede aplicarse a cualquier situación de dictadura, presente o pasada. Mikhalkov viene a decirnos que es imposible vivir de espaldas a la realidad, que todo dogma va acompañado de contradicciones, o que el sueño, ya sea burgués o proletario, es precisamente eso: un sueño. Nada nuevo bajo el sol, o tal vez todo lo contrario: el mayor mérito de Mikhalkov está en el crescendo constante de la trama y cómo la pérdida de la inocencia inicial del relato se convierte no solo en una estratagema narrativa para mantenernos pegados a la pantalla, sino en una gran metáfora del estado anímico de los personajes, así como del contexto social y cultural que los circunda. Obra de un candor excéntrico pero certero que, en sus momentos cumbre, parece apropiarse del naturalismo literario, del estilo pictórico de Renoir y de la contemplación teatral para crecer en nuestro subconsciente. Gracias a eso, tras el encuentro con el conductor perdido (enésimo símbolo), el plano final tiene el efecto de una bomba expulsando metralla, detonando en silencio. Un thriller que no parece tal. Una cinta de terror cuyo enemigo es interior. Y, ante todo, una historia de amor con resolución trágica.



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