jueves, 16 de abril de 2015

CRÍTICA | ACCIÓN CIVIL (A CIVIL ACTION), de Steven Zaillian


El precio de la justicia
ACCIÓN CIVIL (A CIVIL ACTION), de Steven Zaillian
2 nominaciones a los Óscar
EE. UU., 1998. Dirección: Steven Zaillian Guión: Steven Zaillian, a partir de la novela de Jonathan Harr Fotografía: Conrad L. Hall Música: Danny Elfman Reparto: John Travolta, Robert Duvall, Tony Shalhoub, William H. Macy, Zeljko Ivanek, Bruce Norris, James Gandolfini, John Lithgow, Kathleen Quinlan, Peter Jacobson, Sydney Pollack, Stephen Fry, Dan Hedaya, Paul Hewitt, Edward Herrmann, Kathy Bates Duración: 115 min. Género: Drama judicial Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 1999
¿De qué va?: Jan Schlichtmann preside un bufete de abogados de éxito. Tras una entrevista en la radio, Schlichtmann se ve en la obligación de defender a ocho familias que alegan sufrir problemas de salud por culpa de los residuos tóxicos que dos empresas de la zona han vertido en las aguas públicas. El equipo de Schlichtmann se pone manos a la obra con la investigación, pero los estudios geológicos, el proceso de entrevistas y las complicadas relaciones con los abogados de las compañías denunciadas alargan el proceso más de lo esperado. Schlichtmann, acostumbrado a pactar con las partes implicadas antes del juicio, deberá reformular su ética y sus rutinas de trabajo. Mientras, la capacidad adquisitiva de su sello va descendiendo día a día hasta sumar una deuda imposible de afrontar.


El drama judicial es uno de los subgéneros que más ha explotado el cine estadounidense. Hollywood recurre siempre que puede a la liturgia propia del estamento judicial, seguramente porque en sus espacios y personajes queda implícita la moral de un país al que le encanta defender y cuestionar el 'american dream'. Acción civil (A Civil Action), como buena representante de su corriente cinematográfica, se inspira en un caso real y tiene su razón de ser en la contraposición de dos polos opuestos: Jan Schlichtmann (John Travolta), un abogado especializado en lesiones que se enfrenta al caso más complejo de su carrera, y Jerome Facher (Robert Duvall), un letrado que reúne toda su experiencia y malas artes para vencer a su oponente. Schlichtmann nos explica al inicio de la historia que en todo proceso judicial lo que menos importa es la víctima, y el film, en su particular lógica 'yanki-comercial', sigue el principio a rajatabla: las víctimas del caso acaban teniendo poco peso en la ficción en favor de los vericuetos juficiales de siempre (aunque, viéndolo desde otra perspectiva, esta estrategia también hace que el film rebaje sus índices de sensiblería, detalle que se agradece). La película no prescinde de ningún lugar común y nos acerca las estrategias y las penurias del 'pez pequeño' ante la misión de destapar a dos grandes corporaciones de Massachusetts acusadas de vertir residuos tóxicos en las aguas de su localidad, premisa que guarda cierto parecido con la de Erin Brockovich, estrenada un año después.  


A pesar de que el texto y el contexto resultan familiares, Acción civil (A Civil Action) se defiende con una narración eficaz, un reparto en estado de gracia (Duvall, sensacional, mereció la nominación al Óscar) y una lúcida reflexión sobre cómo la capacidad adquisitiva de unos y de otros cincela cruelmente, a golpe de talonario, un 'sense of justice' escandalosamente voluble. Aunque al principio promete una historia más cínica, y pese a desvelar sus cartas de forma más formularia que apasionada, Acción civil (A Civil Action) resulta una película inteligente, serena y creible. Un digno entretenimiento que en su día conquistó el disputado número 1 del Box Office norteamericano. Confesémoslo: nos declaramos culpables por amar la parafernalia del mal llamado 'cine de juicios'.


Para los que frecuentan films basados en hechos reales, pero con enjundia.
Lo mejor: Duvall y la escena del dólar.
Lo peor: Que no explote un personaje tan interesante como el de James Gandolfini.

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