Sería muy fácil por nuestra parte escribir una ristra de frases en contra de Maktub, destacando su condición de película blanca y blanda, de cuento familiar y navideño, de historia azucarada y estructura pensada para arrancar con más o menos acierto y equilibrio las lágrimas y las risas de la platea. Maktub es una película que sobre el papel se plantea de fácil ejecución, pero no es así. Maktub no tiene que pedir perdón porque su principal objetivo sea que el espectador salga del cine más feliz de lo que entró. Hay veces que no se pueden racionalizar las películas. En Maktub no se puede hablar de un plano perfecto o de una frase de guión excelsa porque es una película que se dirige al corazón y no al cerebro de su audiencia. Desgraciadamente una campaña promocional confusa (era difícil explicar que la historia de un niño con cáncer podía ser la mejor opción cinematográfica de las navidades) dejó el film fuera de combate ante las propuestas de Hollywood. Ahora sus tres merecidísimas nominaciones al Goya confirman que el film vale la pena. Y como confío ciegamente en que las películas interesantes perviven, estoy seguro que el boca-oreja que no existió tras su paso por los cines sí se producirá en futuros pases televisivos o edición en dvd. Poniéndome en la mente de un crítico de cine debo reconocer que los primeros minutos del film avecinan una tontería de dimensiones exageradas, que la película cuenta con un metraje excesivo y que algunos giros de guión son o bien previsibles o bien rocambolescos. Pero como espectador que a veces reniega de los academicismos no solo disfruto más y más a medida que avanza la trama, sino que recuerdo la historia semanas después con sumo cariño. Una cinta especial que reafirma mi idea de que Goya Toledo es una de las grandes actrices infravaloradas del cine español. No desconfien de la palabreja del título: les encantará.
Nota: 6'5
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