Lo hecho hecho está. Nunca hay marcha atrás. Una vez escrita una página en nuestro destino resulta imposible borrarla. No se puede volver a la vida, como tampoco volver a vivir una misma existencia. Eso es lo que la ciencia se ha encargado de demostrar a lo largo de los siglos. Las bases del espacio y del tiempo. Pero hay algo en el horizonte que rompe con los discursos empiristas. Un punto en el cielo que se está acercando. Es otra tierra, un nuevo planeta, que para colmo parece ser una réplica de nuestro mundo. Vivimos aquí pero también allí. Antes el cielo daba la imagen del abismo infinito y ahora es un espejo de nuestra realidad. Todo puede tener un nuevo inicio en el astro recién descubierto. Y de ahí que en un siglo en el que la sociedad ha perdido sus refentes culturales, sus líderes políticos y sus asideros morales, el imaginario entorno al nuevo continente pueda ser el bote salvavidas al que aferrarse. Con miedo, pero con vehemencia. El inicio de la conquista del nuevo mundo da la oportunidad a Rhoda de abandonar la pesada culpa que carga desde hace cuatro años tras un trágico accidente de coche. Su estancia en la Tierra ha llegado a un punto insostenible. No conseguirá el perdón de los demás, tampoco podrá perdonarse a sí misma. Huir para encontrarse. O para reencontrarse con su otro yo, la Rhoda que ha permanecido oculta hasta ahora. ¿Habrá ocurrido el mismo accidente en la Otra Tierra del título, y por lo tanto la esfera confirmará el naufragio que asfixia a la joven? ¿Realmente habrá un renacer en terreno extraño? Rhoda se pregunta qué le diría a su otro yo. Afirma que 'seguramente me quedaría sin palabras', pero... ¿y si pudiésemos darle consejos, avisarle de lo que está por venir, evitar lo que nunca debió suceder?
Otra Tierra lleva el drama de segundas oportunidades a una dimensión desconocida. Al espacio exterior, al sillón del psicoanálisis, a la mezcla de géneros. Otra Tierra surge de un cruce surrealista entre el cine de Andrea Arnold y la ciencia ficción de bajo presupuesto. En la película gana lo real: la otra tierra es lo que se intuye. Pero afortunadamente la cinta no reniega de escenas claramente ancladas en lo fantástico, que fabulan sobre la posibilidad de una invasión espacial en tiempos tecnológicos (el enigma de la otra tierra aparece televisado en vivo y en directo, en todos los canales y a todas horas). El resultado es una cinta extraña, que coge por sorpresa al espectador y que obliga a reflexionar largo y tendido después de abandonar la sala. Una rara avis considerable, con un pesimismo existencial dolorosísimo. Un ejemplo de posible título de culto que gana puntos horas después de su visionado (a veces funciona mejor por lo que evoca que estrictamente por lo que muestra). Espérense a ver el final más 'oh my god!' de la temporada. Alivia volver a la realidad y comprobar que en lo alto sólo está la luna. O aterra. En todo caso, Otra Tierra pone frente a nuestras narices los miedos humanos más universales: ¿cuál es el sentido de la vida, nuestro cometido en la Tierra, las claves para encontrar la felicidad? Podría hacer sesión continua con El árbol de la vida y Melancolía. Ahora toca esperar si la audiencia sabrá apreciar la complejidad de una película creada fuera de los cauces comerciales.
Nota: 6'5
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1 comentario:
Realmente es una película que te hace pensar en todas esas pequeñas cosas que hacemos prácticamente sin pensar, de decisiones que tomamos en segundos sin que nos parezcan importantes y que no tienen marcha atrás y nos cambian la vida,.
Más cerca de melancolía que del árbol de la vida, te transporta al que hubiera pasado si en vez de haber ido a la derecha hubiera ido a la izquierda.
Solo tengo una queja, la promoción fue un tanto engañosa, igual que en el árbol de la vida, encontrándome en la sal con personas que no sabían que iban a ver pensando en una especie de guerra de las galaxias o algo parecido.
Gracias Xavi.
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