viernes, 18 de noviembre de 2011

Crítica de CONTAGIO (CONTAGION), de Steven Soderbergh

A Lady Sydonia, a quien no logré pegar el catarro.

El desastre natural más cercano en el tiempo lo tenemos en Japón, su maremoto y posterior catástrofe nuclear. Aún no podemos sopesar con seguridad cómo repercutirá todo ello ya no sólo en la sociedad y economía nipona sino en todo el planeta. La idea de que todo y todos estamos conectados es evidente para alguien nacido en los 90 en una sociedad totalmente globalizada. No nos sorprendimos al ver retransmitida por televisión la debacle sufrida por nuestros lejanos vecinos. La sorpresa fue otra: los japoneses formaban colas rectísimas ante los supermercados para recoger víveres, no expresaban su dolor en público y en ningún momento dieron a nivel internacional una imagen de caos o debilidad. Esta situación de descontrol controlado sería imposible en España, ya no sólo por nuestro carácter mediterráneo, más extrovertido, más explosivo, sino porque vivimos siguiendo los parámetros de los Estados Unidos. El país de Barack Obama es la máxima potencia mundial y su eco reverbera en Europa y más allá. Hemos adoptado su pragmático sentido del consumo, su forma de vivir con tendencia a la desmesura, su lengua como soporte de comunicación. De alguna manera, el concepto de catástrofe nos resulta cercano porque su concepción es norteamericana. El cine hollywoodiense se asienta sobre la ciencia y la ficción, desde el primer King Kong en blanco y negro hasta los productos actuales que gozan de mayor aceptación popular como 2012, Monstruoso o El día de mañana. En esas imágenes televisivas reales del cataclismo japonés también yacía la influencia yanki: por parte de los supervivientes, que filmaban las riadas de agua arrasando poblados como un Spielberg ante la escena más aparatosa de su ficción vivida en primera persona; por parte de los periodistas, preocupados por 'la noticia' y 'el titular', o lo que es lo mismo, movidos por la selección morbosa de las imágenes del desastre montadas como lo haría un cineasta tras un rodaje; y la de los espectadores, que miramos el mundo a partir de nuestro imaginario cinematográfico. Si efectivamente Estados Unidos es el lugar donde nace el pavor a una 'guerra de los mundos', era de esperar que productos mucho más adultos se acercasen al cine de catástrofes con más rigor. Contagio bebe de todo ello, también se empapa del pesimismo generalizado tras la crisis económica, y nos devuelve la imagen de otro cine de acción que parece más real precisamente por ser menos espectacular. Contagio está contada desde el objetivismo del científico, no desde la visceralidad del artista. Rasgos que hacen de la nueva propuesta de Steven Soderbergh un título actual, necesario, recurrente y sumamente interesante.


Si nos fijamos en la filmografía de Soderbergh encontraremos títulos de todo tipo de géneros. Soderbergh es más un explorador del medio cinematográfico que un autor, y ello se demuestra en sus constantes devaneos entre un cine comercial y otro anclado en los parámetros de lo indie. Pero la obra de Soderbergh no se puede dividir en dos bloques homogéneos: se produce un constante trasvase entre lo reconocible y lo experimental, de forma que ni sus películas de bajo presupuesto encajan en ese llamado 'cine Sundance' ni sus obras más conocidas son blockbusters que discurren por vías ya transitadas. Fíjense: en Ocean's Eleven no interesaba tanto el robo perpetuado por la banda de Clooney como la preparación del asalto y la interacción de los ladrones urdiendo el golpe perfecto. Erin Bronkovich era la historia de una investigación personal en busca de la justicia de unos pocos. Incluso en Traffic, germen de las historias cruzadas presentes en Contagio, importaba mucho más la manera como el cineasta dilapidaba los patrones de la sociedad norteamericana que la propia crítica. En definitiva, el cine de Soderbergh siempre ha tendido a la tesis, se interesa más por los procesos que desencadenan hechos que por los hechos en sí mismos. Algo que va totalmente a la contra del cine norteamericano, ya no solo del taquillero, sino de otros títulos similares a Contagio como A ciegas de Fernando Meirelles (contada desde los ojos de las víctimas) o Hijos de los hombres (construida sobre la idea de esperanza ante el desastre). Contagio no quiere ser ni parcial ni subjetiva ni emocional, y no teme resultar fría, distante, totalmente diferente a la producción cinematográfica de su tiempo. Es antes un film sobre la globalización que sobre un virus que afecta a escala mundial. Un cuento sobre la fragilidad humana por encima de una ensoñación catastrofista. Una historia en cierta manera más pura y real que esas imágenes televisadas del desastre de Fukushima.


En Contagio no hay ni rastro de la pesadumbrez del cine de Alejandro González Iñárritu, otro narrador obsesionado en fragmentar sus historias para subrayar que aquello que nos une es más importante que lo que nos separa. Contagio es un film de ideas que cogerá por sorpresa a los que esperen otro espectáculo banal. Pone a prueba y da una vuelta de tuerca a nuestra posición como espectadores acomodados, crecidos, adiestrados a las formas norteamericanas de interpretar y racionalizar el principio del fin. Por parte de Soderbergh hay una apuesta por aunar el thriller con el terror y el drama social, pero los cimientos de Contagio están en las relaciones que mantienen las piezas del puzzle, no en la autonomía de cada historia como subtexto. Contagio hay que verla como un mosaico, no como fragmentos de una misma estampa del desastre. Sólo de esta manera el tejido que forman los distintos personajes (un bloguero, un científico, una enfermera, un padre de familia desesperado,...) consigue tener todo el sentido del mundo. Repetimos: algo inesperado si las caras protagonistas obedecen a los rostros de Kate Winslet, Jude Law, Marion Cotillard, Matt Damon o Lawrence Fishburne. Y como prueba de todo lo escrito, podemos remitirnos a la escena final de Contagio, en la que Soderbergh revela el inicio de la infección subrayando su interés por la investigación académica y su rechazo total por culminar la trama con los efectos efectistas que impone la industria hollywoodiense. Contagio acaba 'con aquello que interesa', o sea, con las conclusiones de un trabajo de campo, la resolución del caso. Interesa la primera muerte, no las ramificaciones del esquema: lo demás es otra historia y atañe a artistas de discurso cuestionable como Roland Emmerich.


Ahora bien (y aquí es cuando Contagio resulta bastante contradictoria): ¿verdaderamente estamos ante una película 'puramente científica'? La respuesta es un no rotundo. El cine, y por ello entiéndase lo banal, está presente en el film. De hecho, es 'cine' toda la parte que compete al personaje de Marion Cotillard y su secuestro.  Los pasajes de Matt Damon son 'claramente peliculeros'. Y ni hablamos de la infiel ejecutiva  (Gwyneth Paltrow) que inicia el brote. En definitiva, Contagio se distancia de los referentes de su género, no los respeta a raja tabla, pero sí los tiene presentes. Y volvemos a repetir: como el reportero en medio de ese Japón inundado. En síntesis, Contagio ofrece una variación interesante y altera los productos de la ecuación logrando que el resultado de la operación, ni que sea de forma forzada, a regañadientes del productor que invirtió tanto en la película esperando obtener beneficios, encaje con los gustos del público mayoritario. Diferente, por fortuna, al primer taquillazo que les venga en mente. Y diferente también a esos apocalipsis más poéticos pero a su manera más plausibles como los de El tiempo del lobo o Melancolía. Al final todo se reduce a otra distinción: la de un cine prefabricado en serie y otro de naturaleza artesanal. Contagio, y toda la filmografía de Soderbergh, se incluye pese a todo en el primer grupo, y eso hará que Contagio no entusiasme ni al espectador palomitero ni al cinéfilo sivarita.


Nota: 6

2 comentarios:

Manderly dijo...

No la he visto pero tampoco espero mucho de ella cuando la vea. Me da la impresión de ser 'más de lo mismo', es decir, como bien dices, que no me entusiasmará.
Un saludo.

Express91 dijo...

AME CONTAGION, bueno no tanto pero me pareció una buena película y una buena vuelta en forma para Sodenbergh que de verdad con The Informant se me cayo, pero esta es un thriller cientifico muy interesante que de verdad tiene atento al espectador durante sus dos horas mas o menos y tener un casting de tal nivel de verdad se aprecia y su director les saca el maximo posible.
Saludos!