jueves, 21 de julio de 2011

Cuento ecologista: Crítica de ¿PARA QUÉ SIRVE UN OSO?

La amistad se está convirtiendo en la base de la filmografía de Tom Fernández. Y pensándolo bien: ¿hay algún director contemporáneo que se dedique a retratar ese valor universal tan necesario? Nadie. Así que ¿Para qué sirve un oso? resulta doblemente curiosa: por una parte propone un tema tan adulto como el cambio climático y el ecologismo en tiempos capitalistas; y por otra su humor es claramente aniñado, como si en verdad aspirase a ser una película familiar de personajes en carne y hueso. Ese es precisamente el problema de la cinta: uno nunca se acostumbra al corazón infantil de la película y su director demuestra un amor platónico por esas tramas bienintencionadas de los films mudos en blanco y negro. Cámara y De Castro, la pareja de científicos antitéticos, también es una reproducción anglo-asturiana de los dúos cómicos de antaño. Pero los espectadores de ahora, que hemos perdido parte de nuestra inocencia y que cualquier discurso sobre la amistad nos parece cursi, precisan otras historias: eso, aunque sólo en parte, explicaría que el film no haya cuajado en taquilla en su estreno primaveral. ¿Es problema del público, que ha asumido la perversión como base del entretenimiento? ¿Es problema del propio Fernández, que se empeña en evocar un tipo de cine totalmente desfasado? Y puestos a plantear preguntas existenciales: ¿para qué sirve un oso? Cae en el saco de las películas españolas totalmente prescindibles del 2011.


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Nota: 5

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