JUDY & PUNCH
Australia, 2019. Dirección y guion: Mirrah Foulkes
Sección: Oficial a concurso (mejor guion)
El debut en la dirección de Mirrah Foulkes es un cuento cruel sobre dos titiriteros que viven en una sociedad supersticiosa, creyente de brujas y difusora de chismes. Judy es un alma cándida que aguanta a Punch, un genio déspota proclive al alcohol. Un día, el guiñol se convierte en tragedia cuando el bebé de ambos fallece por culpa de un descuido del marido. El teatro se amplía cuando el hombre disimula su culpa mediante subterfugios rastreros y, forzando el deus ex machina, el libreto del propio Foulkes juega con los límites de lo plausible para castigar al villano y promulgar una justicia poética con visos de empoderamiento femenino. Así, de chanza en chanza, de gravedad en gravedad, Judy & Punch va tejiendo una estética y una atmósfera muy singular que no todos los espectadores disfrutarán por igual. Una película que tiene sus bases en la exageración y en la farsa, pero que nunca engaña. Un objeto cinematográfico difícil de catalogar, cuyo riesgo fue recompensado con el premio al mejor guion en Sitges. Damon Herriman, el Charles Manson de Érase una vez en... Hollywood, firma una de las interpretaciones más inspiradas de la temporada. En un momento en que las películas masivas nunca sobrepasan los límites de lo políticamente correcto, se agradecen entretenimientos tan desprejuiciados como esta Judy & Punch.
SWALLOW
EE. UU., 2019. Dirección y guion: Carlo Mirabella-Davis
Sección: Oficial a concurso
Coloquialmente, suele decirse que "tragamos" cuando algo nos resulta desagradable y no nos queda otra que soportarlo. La protagonista de Swallow debe "tragar" todos los desprecios de sus suegros y su marido, una especie de clan burgués que reduce su presencia y sus opiniones a la mínima expresión. En ese contexto, la máxima revolución del personaje consiste en dar una vuelta de tuerca al verbo: se rebela "tragándose" pequeños objetos por la boca, algunos tan peligrosos como chinchetas. En esa espiral de (auto)destrucción, la película de Carlo Mirabella-Davis encuentra un filón para explicar los traumas de una familia que, aunque tópica, representa los males de toda una sociedad. La gran interpretación de Haley Bennett, injustamente menostenida por el jurado del festival, aporta misterio e intensidad a este cuento extraño, indie a contracorriente que busca antes la incomodidad de lo reconocible que las truculencias de lo fantástico. Pueden cuestionársele muchas cosas (la principal: personajes sin muchos matices, excesivamente homogéneos, tal vez estereotipados), pero el cómputo global es muy satisfactorio. Swallow deja a la platea desamparada, con mal cuerpo y la conciencia remordida. Su subtexto femenino-feminista da para largas horas de debate.
RIOT GIRLS
Canadá, 2019. Dirección: Jovanka Vuckovic
Sección: Panorama Fantàstic
Cuando se trata de analizar óperas primas, muchas veces los cronistas cinematográficos inciden en la juventud y en las buenas intenciones de los directores para, colateralmente, excusar los posibles defectos de la película en cuestión. Aunque Riot Girls no sea el primer trabajo de Jovanka Vuckovic (sí es su primer largo en solitario), por nuestra parte bien merece acogerse a esos formulismos de la crítica. Efectivamente, Riot Girls es muy amateur, sus actrices son bastante limitadas y su espíritu retro y púber no deja de ser una burda imitación del cine juvenil de los 80. También se le intuyen unos medios muy reducidos, una fe en la visibilización lésbica y una cinefilia a prueba de bombas. Todo, en suma, es un desastre considerable, pero un descalabro simpático, como si remontásemos las grabaciones caseras de nuestra infancia en clave gamberra. En lo personal, el visionado más prescindible de todos los realizados en el último Festival de Sitges, pero su conocimiento nos sirve para visibilizar parte de la esencia del cine fantástico: tramas mínimas, copias de frases ya dichas e historias ya contadas, que exudan un amor inconmensurable por la acción, la ciencia ficción y la cultura urbana. Parte obligatoria, vaya, de un Sitges que, bajo el paraguas del cine de género, puede y debe proyectarlo absolutamente todo.
EYES WIDE SHUT
Reino Unido, 1999. Dirección: Stanley Kubrick
Sección: Sitges Clàssics
La cinefilia ya ha derramado todas las lágrimas que Kubrick merecía. Los cineastas del nuevo siglo ya han puesto de manifiesto su legado artístico. Solo quedaba una cuenta pendiente, algo muy importante que debíamos hacer lo antes posible: abrir los ojos ante la grandeza de la otrora denostada Eyes Wide Shut. El Festival de Sitges sigue la estela de Venecia y repone el título que marcó el fin de un siglo, la debacle de la pareja Cruise-Kidman y el summum del morbo anterior a las redes sociales. Para colmo, con lecturas contemporáneas sumamente interesantes. ¿Y si el personaje de Tom Cruise fuera una imagen del hombre burgués que se da cuenta que nunca tuvo el control de su existencia? ¿Y si Sydney Pollack fuera una especie de Harvey Weinstein, rey de fiestas y diablo en la intimidad? ¿Y si Nicole Kidman, expulsando bilis en su dormitorio, coqueteando con desconocidos y entregándose, máscara mediante, al poder de lo onírico, encarnara la mujer empoderada de nuestros tiempos? El debate regresa a los cines para suerte de millenials y nostálgicos. La contraseña sigue siendo la misma: Fidelio. Su estatus de clásico moderno, en cambio, es un novísimo acto de justicia.
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