Rosetta corre, se esconde, pierde y consigue trabajos temporales y se pelea con su madre alcohólica, consigo misma y con una sociedad que no (la) quiere. Durante una hora y media asistiremos a la enfermiza rutina de una víctima y verdugo de nuestro mundo capitalista. Nuestra protagonista es alguien cabezota, amoral, triste y temperamental, una persona cuyo único objetivo es convertirse en un ser normal con una vida normal, algo que nunca tendrá. Rosetta lucha, fracasa, vuelve a levantarse y al final deja llevarse. Rosetta es una zombie pero el destino es tan irónico, el mundo es tan injusto que los hermamos Dardenne le niegan el suicidio que ansía. Rosetta es un viaje hacia la debilidad humana, un personaje que sufre y a la vez promueve lo cruel e inexplicable. Rosetta da tumbos sin saber qué hacer. Carente de motivaciones, nuestra protagonista nos da pena y a la vez asco: la mirada de los Dardenne es tan directa y cortante que nos niega sentir piedad por el personaje, algo realista porque estamos cansados de ignorar las Rosettas del mundo real. La cámara de los Dardenne se mueve en planos cortos y el vaivén de las imágenes refleja la inestabilidad física y psíquica de una tarada, de una tara social. El mensaje es frío y poco complaciente: todos somos culpables y protagonistas de lo que ocurre en el film. Siempre desconcertante y de resolución desgarradora, Rosetta es una de las obras maestras más vistosas de los Hermanos Dardenne, una sublime extensión de la problemática social de la Nouvelle Vague y el desaguisado estilo del Dogma 95. Diez años después de su Palma de oro, Rosetta sigue viva. De aquí a la eternidad.
Que te puedo decir Xavier, soy un fan absoluto de los Dardenne y Rosetta es su mejor pelicula, Sin palabras.. En horas publicare mi critica de El silencio de Lorna. Un saludo,Xavier
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