martes, 10 de marzo de 2009

SERIES 9: UGLY BETTY


El caso de Ugly Betty (Betty entre los españolitos) demuestra que un Globo de oro, premio también de prestigio entre el sector televisivo, puede relanzar la carrera de una serie y eliminar prejuicios injustificados. Era cosa sabida que Betty no tendría éxito en España: Cuatro lanzaba la serie en verano, una estrategia que no había funcionado ni con Dexter ni con Cinco hermanos. Además, la rancia versión española, antigua reina (ahora agonizante) de las tardes de Telecinco, ya había presentado el formato y la trama inicial. Betty, eliminando de antemano paralelismos vacuos, es una serie más madura y elegante respecto a sus análogas hispanas y europeas. Salma Hayek, aquí realzada como actriz y productora ejecutiva del conjunto, demostró su ojo por el arte y las finanzas. Betty recupera solamente una parte del aroma del formato inicial, adecuando los gags y la estética al ritmo y a la idiosincracia norteamericana. Betty utiliza el consabido cliché de la protagonista para edificar una inteligente, sarcástica y gratificante crítica al mundo de la moda, dibujada en la serie cual esperpento, cual festival de falsedades, vanidades, líos familiares, pataletas infantiles y amorales cirugías de estética. La broma adquiere el estatus de pequeña opereta, un chiste contínuo tan surrealista y chillón como el primer Almodóvar. Pero Betty tiene un símil más directo: ser el reverso de Sexo en Nueva York, la cara oculta de lo expuesto en, por ejemplo, El diablo viste de Prada.



Apetece destacar las bondades del cuento: las tramas sorprenden, America Ferrara brilla en cada escena y el guión logra hacer de lo ridículo una obra sivarita, una serie que, a base del desdén de muchos y de la euforia de otros, se convertirá en un título de culto. Hay una silenciosa atracción por mostrar los entresijos de la mujer moderna, último representante del fetichismo femenino de Sexo en Nueva York o Mujeres Desesperadas. En ambos casos, la parodia, la exageración, era el modus vivendi de la serie, una estrategia que Betty hereda y revoluciona: nuestra protagonista es una niña tenaz que reivindica su cuento con final feliz, la transexual que interpreta Rebeca Roming-Sthamos reclama el amor del padre y su independecia laboral y sexual, la avispada secretaria encarna la picardía femenina, y su compañero gay, afeminado y malvado, completa el dúo humorístico, una pareja dominada por Guillermina, la Cruella de Vil del siglo XXI. Como si de la versión rosa de Mortadelo y Filemón se tratase, Betty distrae y aporta un toque diferente al más puro estilo Disney.



Será interesante ver la evolución de la serie, aunque su primera temporada será difícil de superar. Un mérito de la versión yanki ha sido eliminar el objetivo final de la historia (o sea, la metamorfosis de Betty y su trayecto de patito feo a cisne de fábula), abriéndola a nuevas subtramas más interesantes. Betty es imprevisible e imprescindible, una píldora que se alimenta de lo superficial y a la vez lo critica. Solo cabe esperar a que Cuatro, con su cada vez más incoherente política de emisiones y adquisiciones, programe la serie como se merece. El mito continúa...

3 comentarios:

  1. La encuentro mejor q su version original, es por ello que siempre la veo. Salma Hayek se apunta un gran triunfo como productora ejecutiva de esta serie que con el estilo Americano le agrega un sason que la version original no tenía. Betty es entretenida y da para rato, muchas temporadas de Betty podremos ver.
    Gran analisis.
    Te invito a leer la critica de He´s Just Not That Into You en mi blog ademas de las nomianciones a mis premios el Sabado 14 de Marzo.

    Saludos!

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  2. Lo siento pero jamas me he podido tragar esta serie, me parece una completa ESTUPIDEZ..... y por supuesto que prefiero y vi la serie original (colombiana), con la cual rei demasiado. jijij un saludo.....Xavier

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  3. Nunca he visto esta serie y sus derivados.

    Solo comentaba para decirte que gran eleccion poner ahi a Chihiro...

    (suspiro)

    un abrazo!

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