sábado, 15 de septiembre de 2018

CRÍTICA | MARY Y LA FLOR DE LA BRUJA, de Hiromasa Yonebayashi


MARY Y LA FLOR DE LA BRUJA
Japón, 2017. Dirección: Hiromasa Yonebayashi Guión: Riko Sakaguchi a partir de la historia de Mary Stewart Música: Takatsugu Muramatsu Género: Animación. Fantástico Duración: 103 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 07/09/2018.
¿De qué va?: Mary es una niña que pasa las vacaciones con su tía abuela Charlotte en el campo, donde no pasa casi nada. Un día sigue a un misterioso gato hasta el bosque y descubre un viejo palo de escoba y una extraña flor que sólo florece cada siete años en ese mismo bosque. A partir de entonces Mary vivirá una gran aventura.



El tercer largometraje de Hiromasa Yonebayashi director de aquella maravillosa ópera prima llamada Arrietty y el mundo de los diminutos y la nominada al Óscar El recuerdo de Marnie, es una aventura que tiene mucho del estilo de su realizador, pero sobre todo se percibe la influencia de las obras de Ghibli y el maestro Hayao Miyazaki; es casi imposible visionar Mary y la flor de la bruja sin recordar títulos como El castillo en el cielo, El viaje de Chihiro o El castillo ambulante, todas ellas aventuras sobre magia y fantasía en un entorno sobrenatural, protagonizadas por una niña que debe enfrentar complejas situaciones, quizás por eso el relato a pesar de ser eficaz y entretenido puede dejar a alguno con la sensación de estar ante una historia ya vista. Mary y la flor de la bruja narra la historia de una niña que adquiere poderes mágicos tras encontrar en un bosque una flor misteriosa, a partir de aquí acompañamos a la pequeña peliroja en una aventura que desborda mucha imaginación y logra entretener. En líneas generales Mary y la flor de la bruja, primer largometraje del recién creado estudio Ponoc, es una pieza de animación de factura técnica impecable, de buen acompañamiento musical y visualmente deslumbrante, sin duda logra entretener de manera efectiva, pero, al menos a mí, no logró emocionarme. Creo que carece de personajes memorables o entrañables y no tiene el calado de anteriores trabajos del director o incluso, de las mejores obras de Ghibli. Con todo, puede que no sea la obra más meritoria de Yonebayashi, pero sin duda es una de las cintas de animación más destacables de lo estrenado hasta la fecha este año. Merece la pena el visionado y que cada quien saque sus propias conclusiones. 

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