miércoles, 18 de julio de 2018

CRÍTICA | MOOLAADÉ (PROTECCIÓN), de Ousmane Sembene


MOOLAADÉ (PROTECCIÓN)
Senegal, 2004. Dirección y guión: Ousmane Sembene Música: Boncana Maïga Fotografía: Dominique Gentil Reparto: Fatoumata Coulibaly, Maimouna Hélène Diarra, Salimata Traoré, Dominique Zeïda, Mah Compaoré, Aminata Dao, Rasmané Ouédraogo, Ousmane Konaté, Bakaramoto Sanogo, Modibo Sangaré, Joseph Traoré, Théophile Sowié, Habib Dembélé, Gustave Sorgho, Cheick Oumar Maiga, Sory Ibrahima Koïta, Aly Sanon, Moussa Sanogo, Naky Sy Savane, Stéphanie Nikiema, Marie Yameogo, Fatoumata Sanou, Assita Soura, Edith Nana Kaboré Género: Drama Duración: 124 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 11/03/2005.
¿De qué va?: En un pueblo africano, una madre se niega a que sus hijas sean sometidas al ritual de la ablación. Mal vista por su comunidad, un día un grupo de niñas le pide ayuda para evitar la "salindé". Con parte de producción francesa y participación de cinco países africanos, es la película del continente más relevante y conocida de los últimos años.




Sembene falleció sin saber que su película Moolaadé terminaría convirtiéndose en una de las obras más importantes del cine africano, un título habitual en cualquier lista de "las mejores cintas del S. XXI" y similares. Aunque parte importante de su popularidad se debe a motivos extracinematográficos, y por lo tanto su cita no puede desligarse de cierto "postureo" de determinado sector de la crítica, Moolaadé es una fábula loable, una anécdota convertida en quintaesencia de cambio social y reivindicación femenina, mucho antes de la euforia del Me Too. Convence por su honestidad, su falta de pretensiones, la credibilidad de todo su reparto y la capacidad por unir tendencias etnográficas con otras de calado más general, una dualidad que en su momento le permitió llegar por igual a salas comerciales y a cineclubs. La rabia dialéctica de su protagonista, en guerra con los principios de su comunidad, consigue a lo largo de dos horas de buen cine que el espectador se adhiera a su causa, con una escena final que metaforiza el cambio inminente e inevitable: la transformación de un tejado rudimentario en una antena de televisión. Mooladé ganó el máximo premio de la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, justamente la misma competición donde este 2018 se ha proyectado la keniata Rafiki (Friend), otro ejemplo de ficción periférica, por desgracia censurada en su país. Ojalá Moolaadé no sea una excepción y con el paso del tiempo se convierta en la punta de lanza de autores, cinematografías y revoluciones hasta ahora invisibles. 

Crítica escrita por Xavier Vidal



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