jueves, 19 de julio de 2018

CRÍTICA | EL VIOLÍN, de Francisco Vargas


EL VIOLÍN
México, 2006. Dirección y guión: Francisco Vargas Música: Cuauhtémoc Tavira y Armando Rosas Fotografía: Martín Boege Paré Reparto: Octavio Castro, Don Ángel Tavira, Dagoberto Gama, Gerardo Taracena, Mario Garibaldi, Fermín Martínez Género: Drama Duración: 98 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 11/05/2007.
¿De qué va?: Tres generaciones de una misma familia trabajan como músicos callejeros. Como defensores del movimiento guerrillero campesino, el gobierno los tiene en el punto de mira tras arrasar el pueblo donde residen. Haciéndose pasar por unos simples violinistas, los hombres intentarán infiltrarse en el ejército para devolver las municiones robadas a los rebeldes.


Desde la primera secuencia de El Violín, el film ya nos anuncia que lo que veremos será una obra tan naturalista como realista; violenta, dura y desgarradora, rodada con una cámara que marca los detalles, que te impresiona. Es uno de esos proyectos en los que, para revelar la opresión de los pueblos, no hay más remedio que exponer, con toda crudeza, la vida social de esos seres humanos. Desde su inicio, la cinta ya nos hace aferrarnos y respirar hondo; prepararte para hacer frente a la barbarie. Pero es solo una pincelada, un recordatorio punzante. A Vargas no le interesa el morbo ni el detalle milimétrico de la violación, la tortura y la ejecución sumaria, y ese es el punto donde radica lo sublime de su denuncia: la tragedia es inminente, sobrevuela todo el metraje sobre los personajes… pero no es necesario mostrárnosla en detalle. En este sentido, la secuencia final en la que Plutarco es descubierto debería quedar en los anales de la historia del cine. Ante nosotros aparece una película bellísima, llena de humanidad, contada de un modo humano y sentimental (apoyándose en su excelente guión): la historia de supervivencia de tres generaciones de músicos (abuelo, hijo y nieto) de cualquier estado mexicano, en una lucha suicida contra el opresor. Aquí el guion es lo más importante, no te suelta y te lleva en ese viaje increíble, bien amarrado. Hay que recalcar que no es un film fácil de ver, y no será del gusto de todos, pero vale mucho la pena verla. Las actuaciones están bien establecidas y cada una aporta su detalle: ninguno de ellos es profesional, como el señor Ángel Tavira, que crea un personaje entrañable. Mi único problema es con su fotografía, muy oscura. Al final es una historia de demanda social. Represión. Injusticia. Corrupción. Abuso de autoridad. El violín es usado como metáfora de referencia, dejando ver que siempre ante la adversidad hay un motivo para vivir, una pasión que buscar y un sentimiento que ocultar. Esto es cine en estado puro.

Crítica escrita por Dionar Hidalgo


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