miércoles, 27 de junio de 2018

CRÍTICA | UN HOMBRE SIN PASADO, de Aki Kaurismäki


UN HOMBRE SIN PASADO (MIES VAILLA MENNEISYYTTÄ)
Finlandia, 2002. Dirección y guión: Aki Kaurismäki Música: VV. AA. Fotografía: Timo Salminen Reparto: Markku Peltola,  Kati Outinen,  Juhani Niemelä,  Kaija Pakarinen,  Sakari Kuosmanen, Annikki Tähti,  Anneli Sauli,  Elina Salo,  Outi Mäenpää,  Esko Nikkari,  Pertti Sveholm, Matti Wuori,  Aino Seppo,  Janne Hyytiäinen,  Antti Reini,  Tähti,  Marko Haavisto, Jukka Teerisaari,  Jyrki Telilä,  Jouni Saario Género: Drama. Romance. Duración: 97 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 31/01/2003.
¿De qué va?: Tras sufrir una fractura en la cabeza, un hombre despierta sin recordar nada. Debido a su amnesia, deberá vivir en tierra de nadie, rodeado de gente de costumbres surrealistas.



Una de las mejores películas del director finlandés, el maestro Aki Kaurismäki. Siempre fiel a su inconfundible estilo, un estilo casi teatral, minimalista, realista, que siempre me recuerda a una mezcla entre el maestro sueco Roy Andersson y el maestro británico Ken Loach, porque aunque hay austeridad de elementos, todo su puesta en escena es impecable, y cada encuadre está tan bien construido, y su fotografía acentúa junto con el trabajo de los actores todo lo que el director quiere lograr. Y es inevitable la presencia de la crítica social en sus películas, siempre dedicadas a los desfavorecidos, los pobres, los inmigrantes, los marginales, y los refugiados, como lo hizo en su más reciente película. En Un hombre sin pasado, retrata la vida de un hombre que sufre un asalto al llegar a una nueva ciudad en busca de una mejor suerte, y ante la brutal golpiza pierde la memoria y los recuerdos pasados. A partir de ese momento, nuestro protagonista inicia una nueva vida, y lo hace desde donde puede: desde abajo. Sin nombre, sin identidad, sin papeles, sin recuerdos y sin pasado, le es casi imposible conseguir un buen trabajo, por lo que encuentra entendimiento y oportunidades en una zona muy pobre, donde los habitantes viven en viejos contenedores, que un curioso y particular hombre arrienda. En la zona de los desfavorecidos, nuestro protagonista encuentra una razón para seguir adelante, encuentra amigos, ayuda, oportunidades y hasta el amor. Toda la historia está narrada con solidez, con precisión, ritmo y corazón. Algo que me impresiona de esta película, y particularmente del cine del director, es que a pesar de la aparente frialdad y la excentricidad de sus personajes y la misma atmósfera del filme, cada plano está lleno de ternura, de emociones, de dolor, de humor y poesía. Una joya imperdible.

Crítica escrita por Alejandro Salgado


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