jueves, 5 de octubre de 2017

CRÍTICA | MUCHOS HIJOS, UN MONO Y UN CASTILLO, de Gustavo Salmerón


La madre que nos parió
MUCHOS HIJOS, UN MONO Y UN CASTILLO
Festival de Karlovy Vary: Mejor documental. Festival de San Sebastián: Zabaltegi-Tabakalera
España, 2017. Dirección y fotografía: Gustavo Salmerón Guión: Gustavo Salmerón, Raúl de Torres y Beatriz Montañez Música: Nacho Mastretta Reparto: Julita Salmerón, Gustavo Salmerón Género: Documental Duración: 90 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 15/12/2017
¿De qué va?: Julita ha cumplido todos sus sueños. Se casó, tuvo muchos hijos, adoptó un mono y se fue a vivir a un castillo. Años después, ya mayor y víctima de la crisis, debe abandonar el inmueble, una situación que genera un sinfín de situaciones surrealistas.


Quince años después de ganar el Goya al mejor cortometraje por Desaliñada, el intérprete Gustavo Salmerón vuelve a ponerse detrás de la cámara para filmar una de las películas españolas más sorprendentes del curso. Muchos hijos, un mono y un castillo es la crónica de la propia familia del director, una prole que controla una matriarca, Julita Salmerón, que se convierte, seguramente a su pesar y para divertimento de la audiencia, en la gran estrella de la función. Salmerón se sirve de videos caseros para contarnos el devenir de sus padres y la ruina que, por culpa de la crisis, obliga a abuelos, hijos, nueras y nietos a abandonar el castillo donde han vivido muchos años. Durante la mudanza, Salmerón saca a relucir la personalidad inabarcable de su madre, el Síndrome de Diógenes que sufre la anciana, su obsesión con la comida y la búsqueda, macguffin premeditado de la "docuficción", de las vértebras de sus antepasados. El director, coprotagonista junto a sus allegados, no tiene miedo a enseñar sus propias miserias, a la vez que no rehuye el recuerdo de un pasado ingrato y guerracivilista que la película evoca desde el esperpento festivo, pero también con dureza. Ahí reside la magia de esta pequeña gran obra: Muchos hijos, un mono y un castillo es una broma privada de espíritu exhibicionista, y al mismo una historia de decrepitud. Tan cutre como adictiva. De una espontaneidad estudiadísima. Tremendamente divertida y de regusto profundamente amargo. Julita Salmerón, que abre la película sentada mientras come con fricción un vaso de leche con galletas, cierra la película tumbada en su nueva cama, con un monólogo que parece retar al olvido y a la muerte. Ella es la gran revelación de nuestro cine. La nueva Carmina, si se quiere. El corazón de una rareza cinematográfica, tan sigular como su título, que arrancará la carcajada y se ganará el cariño de una amplia mayoría. 


Para interesados en el surrealismo ibérico.
Lo mejor: La apertura de las cajas en el trastero familiar.
Lo peor: Le sobra un poco de metraje.


Más información sobre MUCHOS HIJOS... en PODCAST: Festival de San Sebastián, Día 6

Escucha nuestra reseña de MUCHOS HIJOS, UN MONO Y UN CASTILLO en
EL PODCAST DE C&R - El CINE ESPAÑOL del FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017

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