miércoles, 2 de agosto de 2017

CRÍTICA | OKJA, de Bong Joon-Ho


Cerdada con corazón
OKJA
Festival de Cannes 2017: Sección oficial
Corea del sur, 2017. Dirección y guión: Bong Joon-ho Fotografía: Darius Khondji Música: Jaeil Jung Reparto: Ahn Seo Hyun, Tilda Swinton, Jake Gyllenhaal, Paul Dano, Devon Bostick, Lily Collins, Giancarlo Esposito, Steven Yeun, Byun Hee-bong, Shirley Henderson, Daniel Henshall, Je Moon, Choi Woo-sik Género: Drama fantástico Duración: 120 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 28/06/2017 (lanzamiento Netflix)
¿De qué va?: Mirando Corporation revela a la prensa la existencia de un ejemplar único de supercerdo. Los especímenes más destacados son mandados a 26 granjas ecológicas de todo el mundo. 10 años después, Okja, la cría destinada a las montañas de Corea del sur, debe viajar hasta Nueva York, pero su cuidadora hará todo lo posible para que sus propietarios no la conviertan en carne para el consumo humano.



Más allá de la polémica que despertó su inclusión en la sección oficial del Festival de Cannes, pocos destacaron una evidencia: Okja es la película más importante que ha producido hasta la fecha la plataforma Netflix. Tiene su gracia, por lo tanto, que la cinta verse sobre las hipocresías de una gran multinacional alimentaria: el discurso de Bong Joon-Ho, vaya, encaja como un guante en la filosofía de Netflix, cuya ruptura de los modelos tradicionales respecto a distribución y exhibición cinematográfica todavía tiene que confirmarse. 


Relaciones aparte, Okja hereda la extravagancia y la crítica social de Snowpiercer y The Host para explicarnos las andanzas de Mija, un alma inocente e incorruptible que lucha contra un mundo que no entiende y que no le entiende con el objetivo de salvar a su mascota, la cerda Okja del título, de un destino irremediable: convertirse en comida para los humanos del futuro. Joon-Ho teje una crítica hacia nuestra sociedad de consumo, la manipulación de ciertas campañas publicitarias y las políticas de las grandes empresas; y, en último término, insta a cuestionarnos nuestra relación con aquello que comemos, con un viaje final a las puertas de un matadero-infierno que esconde subrepticias defensas vegetarianas. 


El resultado es una película divertida, entretenida y muy colorista, lastrada por un patetismo que en ocasiones roza la caricatura facilona (Gyllenhaal, Dano y el doble papel de Swinton participan de ese esperpento exacerbado). Y, aunque pueda parecer lo contrario, a Okja le afectan sus obvias conexiones con nuestra realidad y carece de la locura que gobierna cualquier objeto que aspira a concentrar un culto notable. En otras palabras, le sobra moralina y le falta toda la viveza, el caos y el apocalipsis que se espera del mejor fantástico (no por casualidad, sus escenas más notables son aquellas en las que la narración pierde de vista sus pesquisas sociales y se entrega al desmele sin paliativos como la persecución por carretera). 


Sea como sea, en sus virtudes y defectos, en sus desfases y comedimientos, Okja es una película de vinculación millenial que combina reflexión y entretenimiento, un plato difícil de rechazar que puede gustar por igual a gourmets y a comensales poco exigentes. Eso sí: sin rastro de carne en el menú. Un paso más, tal vez el definitivo, de un Bong Joon-Ho que, como Mija en medio de una marabunta dominada por el capital, quiere seguir fiel a su esencia autoral llegando a públicos internacionales.


 Para crudívoros, veganos, vegetarianos y otros comedores selectos de imágenes.
Lo mejor: Su mezcla de ingenuidad infantil y crudeza adulta.
Lo peor: La payasesca dirección de actores.


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