sábado, 30 de abril de 2016

CRÍTICA | TORO, de Kike Maíllo


Hermanos a machete
TORO, de Kike Maíllo
Festival de Málaga 2016: Película inaugural
España, 2016. Dirección: Kike Maíllo Guión: Rafael Cobos y Fernando Navarro Fotografía: Arnau Valls Música: Joe Crepúsculo Reparto: Mario Casas, Luis Tosar, José Sacristán, Ingrid García Jonsson, Claudia Canal, José Manuel Poga, Luichi Macías, Alberto López, Nya de la Rubia, Manuel Salas, Ignacio Herráez Género: Thriller Duración: 100 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 22/04/2016
¿De qué va?: Cinco años después de un incidente que cambió sus vidas, dos hermanos se reencuentran. Uno está a punto de salir de prisión. El otro se ve incapaz de hacer frente a sus deudas. Ambos inician una fuga por la costa andaluza, un trayecto en el que coincidirán con viejos amigos y traidores.


Toro confirma varias cosas. La primera, que Kike Maíllo es un esteta notabilísimo capaz de imprimir a sus fotogramas una personalidad y una endereza pocas veces conseguida por nuestro cine. La segunda, que las directrices del nuevo thriller local se basan en una inteligente mezcla de elementos patrios (aquí, citas a la semana santa y al folklore andaluz) y esquemas de géneros ya codificados (en su mayoría de influencia norteamericana como el thriller o la road movie). Y la tercera, que la gran asignatura pendiente de nuestros nuevos directores sigue siendo el libreto (conocen la técnica y saben aplicarla, pero sin una narrativa clara sus films son más un intento que una realidad).


Con todo lo dicho, hay que entender Toro como un inteligente juego de géneros. Se trata de llevar prototipos y personajes ya conocidos a paisajes españoles para, a la postre, pervertir y ampliar el modelo. En definitiva, y aunque suene a paradoja, Toro se distancia de sus influencias cuanto más se acerca a ellas. Y también por este motivo los mejores momentos de la película responden más a una decisión de dirección que de guión. Podría decirse incluso que, sin la pericia de Maíllo, la película a duras penas pasaría como relato de hermanos mal avenidos bastante deslabazado. Pero si el cine es espectáculo, Toro pasa el examen con nota. Es una película que no ves: estás en ella. Maíllo consigue una experiencia cinética, un logro que en la ficción española sólo había ostentado Álex de la Iglesia.


Toro construye una atmósfera tan potente que ésta se convierte en la principal baza de la historia en un lugar de un complemento. Al conjunto suman unos cuidadísimos títulos de crédito, una banda sonora muy personal, el diseño de sus personajes (Luis Tosar "a lo Nick Cave"), el uso de gadgets fetichistas (el cuchillo móvil del brazo de Sacristán) y la fisicidad de sus escenas cumbre, con luces de neón y testosterona propia del Winding Refn más hipster. ¿Que Toro tiene más forma que fondo? Seguramente, pero sus aciertos superan con creces sus posibles flaquezas. Una de las películas con más estilo y ritmo del último cine patrio.

Para amantes del cine de acción y de la Costa del Sol.
Lo mejor: Su estilazo.
Lo peor: A la historia le falta una segunda reescritura (y a Mario Casas, algunas clases de dicción).

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