martes, 19 de abril de 2016

CRÍTICA | LAS HUELLAS BORRADAS, de Enrique Gabriel


Con el paso del tiempo, los recuerdos no desaparecen: se avivan
LAS HUELLAS BORRADAS, de Enrique Gabriel
Festival de Málaga 1999: Mejor película, dirección y actriz (Balaguer)
España, 1999. Dirección: Enrique Gabriel Guión: Enrique Gabriel y Lucía Lipschutz Fotografía: Raúl Pérez Cubero Música: Ramón Paus Reparto: Federico Luppi, Mercedes Sampietro, Elena Anaya, Héctor Alterio, Asunción Balaguer, Sergi Calleja, Armando del Río, Mariví Bilbao, Joan Dalmau, Txema Blasco, Raúl Fraire, Paco Sagarzazu, Ramón Barea, Marga Escudero, Lourdes Bartolomé, Mario Pardo Género: Drama Duración: 95 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 19/11/1999
¿De qué va?: El pequeño municipio de Higueras está a punto de desaparecer. El valle donde está situado el pueblo será anegado por el agua de un pantano. Obligados a cambiar de casa, sus pocos habitantes ultiman los últimos detalles para abandonar definitivamente el lugar donde nacieron y crecieron. En las semanas previas a esta mudanza tan especial, Manuel, un escritor que abandonó Higueras décadas atrás, regresa al pueblo para reencontrarse con sus amigos y con Virginia, la esposa de su hermano difunto.


Las huellas borradas es una de las películas más curiosas del último cine español. A imagen y semejanza de los melodramas clásicos, el film radiografía las gentes y captura el modus vivendi de un paraje de la España interior. El protagonista, un escritor argentino que se reencuentra con sus paisanos tras décadas de exilio voluntario, revive con nostalgia un contexto rural que en la actualidad, por imperativos de los nuevos tiempos, está en vías de extinción. Las huellas borradas, con esa premisa, habla de lo que se abandona, de lo que perdura, de lo que fue y de aquello que pudo haber sido. La de Enrique Gabriel es una historia íntima, con diálogos líricos, cadencia pausada y un muestrario de personajes cotidianos a la par que excéntricos que acercan la película al terreno de la tragicomedia costumbrista. Cine añejo declinado en pretérito y contado desde el cariño hacia un paisaje y sus habitantes, tal y como hizo José Luis Garci en algunas de sus cintas más célebres. Un film notable al que, con todo, le sobra solemnidad y le falta hondura dramática para ser un relato verdaderamente emocionante. Puede resultar demasiado denso en algunos momentos y excesivamente liviano en otros, pero Enrique convence por la austeridad y la sinceridad que derrocha. Vale la pena recuperar Las huellas borradas porque, a pesar de su consciente anacronismo, la descripción que ofrece de la España más inhóspita sigue estando de gran actualidad. Una obra meritoria.


Para los que quieran volver al pueblo de su infancia.
Lo mejor: Resulta tierna, que no 'ternurista'.
Lo peor: El poco definido conflicto que media entre los personajes de Luppi y Sampietro.

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