viernes, 15 de abril de 2016

CRÍTICA | CORAZÓN GIGANTE (FÚSI), de Dagur Kári


Almas solitarias
CORAZÓN GIGANTE (FÚSI, VIRGIN MOUNTAINS), de Dagur Kári
Festival de Tribeca: Mejor película, actor y guión. Festival de Valladolid: Mejor actor
Nordic Council a la mejor película nórdica del 2015. 12 nominaciones a los Edda Awards
Islandia, 2015. Dirección y guión: Dagur Kári Fotografía: Rasmus Videbæk Música: Dagur Kári, Orri Jonsson y Slowblow Reparto: Gunnar Jónsson, Sigurjón Kjartansson, Arnar Jónsson, Ilmur Kristjánsdóttir, Margrét Helga Jóhannsdóttir, Franziska Una Dagsdóttir, Sigurður Karlsson Género: Drama Duración: 90 min. Tráiler: Link Fecha de estreno: 13/05/2016
¿De qué va?: Fúsi tiene 43 años, muchos kilos de más, un trabajo que no le satisface y una vida social casi inexistente. Para animarle, el novio de su madre le paga unas clases de baile. A pesar de sus reticencias, en la escuela conoce a Sjöfn, una mujer con problemas anímicos. Entre ambos surge una amistad muy especial.


El retrato que hace la cinematografía islandesa de la vida en la isla no podría ser más hostil. Sus películas son una colección de personajes insatisfechos, paisajes ásperos y taras de distinta tipología. Corazón gigante no es ninguna excepción, pero es de ley señalar que, a pesar de su aparente hieratismo, el film de Dagur Kári esconde una de las historias más cálidas del último cine nórdico. Con la simpatía, la extravagancia y la parquedad de palabra que caracteriza a los personajes de Aki Kaurismäki, Fúsi, el protagonista de Corazón gigante, se gana la simpatía del espectador a pesar de ser en esencia un inadaptado social, un niño grande con poco espíritu pero mucho corazón. A todo ello contribuye especialmente el estilo conciso, sin ñoñerías de por medio ni posicionamientos condescendientes, con el que Dagur Kári se acerca a Fúsi. El resultado final es un cuento para adultos, triste y esperanzador, tan bello como The Good Heart y Noi, el albino, las películas más conocidas de su artífice.


Corazón gigante respeta la frialdad que rodea a su antihéroe (el bullying que sufre en el trabajo, la desfavorable situación que vive en su propia casa, la injuria que propaga sobre él uno de sus vecinos), y al mismo tiempo consigue que el personaje no resulte ridículo, incluso inverosímil, a pesar de la resignación rayana al altruísmo con la que encaja las humillaciones de los demás. Con todo, lo más interesante del film se esconde en su resolución: mientras que la mayoría de ficciones abogarían por un final que complazca al espectador tras una trama con tantos sinsabores, Kári sorprende al dejar en suspense los pequeños logros, pero avances al fin y al cabo, que su personaje alcanza tras casi noventa minutos de metraje. Puede parecer un final ambiguo, pero no lo es. A la postre, Corazón gigante no es una crónica amorosa, sino una historia sobre la entrega. No es un relato de descubrimiento sentimental, sino de reafirmación personal. Por ello, la sonrisa apenas apreciable que esboza Fúsi en la última escena de Corazón gigante hace pensar que el personaje, tras liberarse de sus ataduras, es capaz de 'volar' en un sentido tanto literal como metafórico. Un broche de oro para una cinta que sabe ser reconfortante a pesar de discurrir varios grados bajo cero. Una película que cala muy hondo.


Para los que quieren un viaje de ida y vuelta al corazón del cine islandés.
Lo mejor: El trabajo de Gunnar Jónsson.
Lo peor: Su apariencia de fábula rara desconcertará a muchos.

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