jueves, 14 de mayo de 2015

CRÍTICA | NO TODO ES VIGILIA, de Hermes Paralluelo


En duermevela
NO TODO ES VIGILIA, de Hermes Paralluelo
Festival de San Sebastián 2014: Sección Nuevos Realizadores
España, 2014. Dirección y guión: Hermes Paralluelo Fotografía: Julián Alizalde Reparto: Felisa Lou y Antonio Paralluelo Género: Documental, drama Duración: 95 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 15/05/2015
¿De qué va?: Antonio y Felisa son dos ancianos aragoneses que llevan toda la vida casados. Viven en un pequeño pueblo, los hijos ya hace mucho que abandonaron el nido y ahora su delicada salud les impide cuidarse mútuamente. Después de una estancia en el hospital, el matrimonio regresa a su casa. El sonido del timbre, el ruido del teléfono y las estancias ya conocidas vuelven a ser las constantes y los escenarios de su día a día.


El cine suele dar la espalda a la vejez: de ahí que una película como No todo es vigilia sea una apuesta fresca y diferente. Hermes Paralluelo filma a Antonio y Felisa, sus abuelos, pero en los fotogramas de esta delicada y deliciosa cinta no hay espacio para el sentimentalismo. Paralluelo captura los movimientos ralentizados de sus protagonistas, sus momentos de intimidad, sus dudas y sentimientos. Y lo hace a partir de planos fijos, cercanos a sus criaturas, y al mismo tiempo lo suficientemente distanciados como para crear efectos humorísticos y de tensión propios, o por lo menos cercanos, al cine de Michael Haneke. 


A medio camino entre la realidad y la ficción, No todo es vigilia retrata los achaques de la edad, pero también el amor y la entrega de dos personajes que no conciben la vida el uno sin el otro. Paralluelo divide inteligentemente el film en dos escenarios (el hospital de la capital, donde Antonio es sometido a una operación; y la casa familiar, con mobiliario antiguo, las paredes desconchadas y una atmósfera de constante semioscuridad), de forma que el espectador puede comparar las relaciones y las reacciones de los personajes en dos contextos diferentes: el primero, hostil, extraño, frío, ligeramente deshumanizado; y el segundo, íntimo a la vez que vacío. Escenarios a priori contradictorios que a la postre se revelan complementarios, ya que en ambos se puede intuir la desazón y la soledad, el paso de un tiempo implacable. 


Por momentos el film juega a crear expectativas y a seguir derroteros que finalmente no culmina (su tramo final no está libre de cierto efectismo), pero en todo momento se impone la sensibilidad, lo cotidiano. No todo es vigilia es una película que invita a distintas reflexiones (el papel de la tercera edad en una sociedad tan superficial como la nuestra, la eterna contraposición entre la España rural y la urbana), y aún así su gran virtud es su capacidad por apelar a las interioridades de cada espectador (todos, en mayor o menor medida, reconocemos palabras, gestos, anécdotas, acciones y realidades de nuestros abuelos). No todo es vigilia, en definitiva, es un homenaje a la vida, y a la vez una expresión de la inquietante espera de quien intuye su ocaso cercano. 

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Para empaparse de cine y de vida.
Lo mejor: Felisa y Antonio, de una verdad y una naturalidad desarmante.
Lo peor: Muchos espectadores no entrarán en su universo.

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