sábado, 18 de octubre de 2014

CRÍTICA | DOS DÍAS, UNA NOCHE, de Jean-Pierre y Luc Dardenne


La dignidad de una lucha
DOS DÍAS, UNA NOCHE (DEUX JOURS, UNE NUIT), de Jean-Pierre y Luc Dardenne
Bélgica, 2014. Dirección y guion: Jean-Pierre y Luc Dardenne Fotografía: Alain Marcoen Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Simon Caudry, Alain Eloy, Fabienne Sciascia, Pili Groyne, Olivier Gourmet, Catherine Salée Género: Drama social Duración: 95 min. Tráiler: Link Estreno en España: 24/10/2014
¿De qué va?: Sandra trabaja en una fábrica. Tras estar de baja por unos problemas de salud, se convierte en la más débil de la empresa ante los recortes. Los dieciséis compañeros de Sandra deben votar si quieren cobrar la prima extraordinaria o mantener en la plantilla a Sandra. Tras pedir una segunda oportunidad al responsable de personal, Sandra dispone de un fin de semana para convencer a sus compañeros para que voten a su favor. Dos días y una noche llenos de tensión que resultarán reveladores.


El cine de los hermanos Dardenne no ha hecho más que ganar vigencia debido a la Europa de la crisis. Dos días, una noche sigue confirmando a los cineastas belgas como los grandes abanderados del cine de temática social. No es una película más dentro de una filmografía marcada por la marginalidad, personajes al límite y vidas al borde del abismo: Dos días, una noche es una hija de su tiempo, y tal vez por este motivo estamos ante la obra más comprometida de los Dardenne. Menos sórdida, pero más real. Más impactante y fría, y paradójicamente más humana y reconocible. Es, sin lugar a dudas, la gran obra dardeniana sobre la clase trabajadora, la gran reivindicación del proletariado y la mejor descripción de los estragos del capitalismo. Los Dardenne no sólo se interesan por los aspectos más duros de la realidad: también nos brindan un precioso mensaje en tiempos difíciles. A veces se suele decir que una película es 'necesaria', casi siempre con demasiada gratuidad, pero en el caso de Dos días, una noche el atrevimiento está plenamente justificado, porque estamos ante una obra irreprochable en términos cinematográficos y absolutamente reveladora sobre la Europa del desencanto. Un film que desnuda una injusticia, que se posiciona, pero que nunca resulta partidista o sensacionalista. Con ideas, pero sin ideologías. Dura, pero sin discursos lastimeros. Con vocación de clase, pero no complaciente. Cine en estado puro que sacude el alma y alimenta la mente.


Dos días, una noche es un canto a la resistencia. Uno no lucha por tener dignidad: es el propio acto de lucha, la voluntad misma de luchar, lo que nos dignifica. Por eso Sandra (una grandiosa Marion Cotillard) sale victoriosa, aunque al final del camino no encuentre lo que esperaba. Por eso el personaje entiende que el sentido de su odisea no está tanto en la consecución de un objetivo (conservar su trabajo), sino en el aprendizaje que lleva implícita esa odisea (el personaje relativiza su drama y pone a prueba sus fuerzas durante su tour de force; de alguna manera, la protagonista abre los ojos, se enfrenta a las tragedias que colindan a la suya y aprovecha la situación límite a la que le exponen injustamente sus jefes para reforzar su condición de madre, esposa y mujer). Y también por eso Dos días, una noche va más allá de los límites y de las constantes del cine de los Dardenne para establecer interesantes relaciones con obras de distinta tipología, diferentes nacionalidades y épocas dispares: en las bases de la historia está el De Sica de El ladrón de bicicletas, la tenacidad del personaje y la condición de road movie emocional del relato conecta con ¿Dónde está la casa de mi amigo?, y la obsesión de Sandra por lograr los 9 votos - apoyos que aseguren su puesto de trabajo recuerda a otras historias de mecánica feroz como Doce hombres sin piedad (el poder de la manipulación y la capacidad para relativizar lo que se ve como absoluto está, aunque subterráneamente, en el film de los Dardenne) o Dogville (imposible no recordar el cruel sistema que establecen las gentes del pueblo de Von Trier para la recién llegada Grace: la mujer debe ganarse el afecto de sus vecinos en un par de semanas y cada uno de ellos decidirá su futuro con una votación popular, un sistema muy parecido al que hace frente la heroína dardeniana). Y como todos los títulos citados, Dos días, una noche es un mazazo en toda regla. Pero el golpe que brinda al espectador no aniquila, no nos deja sin asideros, no pretende colapsar nuestros sentidos: el film equilibra didacticismo y verismo, nos anima a seguir en pie de guerra. Una de esas películas que a lo mejor no consiguen mejorar el mundo, pero sí lo enriquecen.


Para cinéfilos y ciudadanos militantes que necesiten una palmadita en la espalda.
Lo mejor: Marion Cotillard: nunca vemos a 'una estrella del cine', sino a una chica normal que podría ser nuestra madre, nuestra hija, nuestra amiga o nuestra vecina. 
Lo peor: Que se le resten méritos por formar parte de una filmografía tan sólida como la de los Dardenne (que se diga, vaya, que es más de lo mismo).

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