miércoles, 19 de noviembre de 2014

CRÍTICA | TODOS ESTÁN MUERTOS, de Beatriz Sanchís


TODOS ESTÁN MUERTOS, de Beatriz Sanchís
España, 2014. Dirección y guion: Beatriz Sanchís Fotografía: Álvaro Gutiérrez Música: Juan Manuel del Saso, Juan Pastor y Aaron Rux Género: Drama Duración: 85 min. Reparto: Elena Anaya, Christian Bernal, Angélica Aragón, Patrick Criado, Nahuel Pérez, Macarena García Tráiler: Link
¿De qué va?: Lupe, una de las vocalistas del grupo de los 80 Groenlandia, lleva una década encerrada en su casa. Aunque su madre hace todo lo posible para que la chica salga al exterior y haga una vida normal, Lupe se pasa el día durmiendo y haciendo pasteles en bata y con rostro apático. Su hijo adolescente no puede compartir el despertar sexual que está experimentando, sus problemas en el instituto o su complicidad con su mejor amigo, fan de los temas ya casi olvidados de Groenlandia. Sólo una persona puede hacer revivir a Lupe: Diego, su compañero y amante durante la Movida. Diego está muerto, pero se colará en la casa de Lupe a modo de fantasma para cambiar para siempre la insostenible rutina de nuestra protagonista. 
Palmarés: Premio especial del jurado, premio a la mejor actriz y galardón a la mejor música original del Festival de Málaga. 


¿A qué adolescente no le gustaría que su madre fuese una estrella del rock? Todos menos al hijo de Lupe, la protagonista de una de las cintas más curiosas del año. Todos están muertos cuenta cómo sobrevivir a una fama que se ha esfumado, cómo superar una pérdida cuyo luto se eterniza de forma peligrosa y cómo reconducir el día a día tras el fin de la Movida Madrileña. Beatriz Sanchís, pese a todo, se aleja premeditadamente del retrato del ídolo pop perdido, aunque la música y la nostalgia tienen un peso fundamental en el film. Nunca se nos habla de forma directa sobre la Movida y sus consecuencias, pero todo ello planea en la atmósfera de las imágenes. Todos están muertos prefiere ser la crónica de una pesadumbre, y sus fotogramas plasman el estado de ánimo de su protagonista. Una película esquiva, volátil, difícil de explicar... algo parecido a lo que sucede con la depresión que sufre Elena Anaya en el film.


En su ópera prima, Sanchís nos explica qué sucede cuando el mundo se para ante nuestros ojos, y también qué ocurre cuando ese mundo se revela de la forma más insospechada. Una historia con recovecos que opta por dibujar sensaciones y prescinde de contar hechos, una fórmula un tanto descompasada que convierte el film en una rara avis dentro del panorama nacional. La magia se completa con un reparto equilibrado, un tempo pausado que nunca resulta tendencioso y un estilo hipster y melancólico que dota de personalidad al conjunto. Una película especial, no apta para todos, pero capaz de ser un futuro título de culto y una posible contendiente a la nueva temporada de premios local. Habrá que seguir la pista de Sanchís: Todos están muertos demuestra una mirada y una sensibilidad sumamente especial.


Para seguir explorando el lado menos amable de la fama.
Lo mejor: Elena Anaya y su atmósfera 'a lo Sofia Coppola'.
Lo peor: Algunos personajes están muy desaprovechados.

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