lunes, 13 de octubre de 2014

CRÍTICA | LA VENUS DE LAS PIELES, de Roman Polanski


Pasión, posesión, perversión 
LA VENUS DE LAS PIELES (LA VÉNUS A LA FOURRURE), de Roman Polanski 
Francia, 2013. Dirección: Roman Polanski Guion: Roman Polanski y David Ives, a partir de la obra teatral de David Ives Fotografía: Pawel Edelman Música: Alexandre Desplat Reparto: Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner Género: Tragicomedia teatral Duración: 90 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Cae la tarde en París. Empieza a llover. Un director teatral acaba una larga jornada de audiciones. Todavía no ha encontrado una actriz para el papel principal de su obra. De pronto, alguien entra en el teatro. Y pese a su insistencia, la terquedad y el desparpajo de la actriz derriten poco a poco la seriedad del director. Empieza una audición y una pugna entre 'el' y 'ella'.
Palmarés: César al mejor director y nominación en otras 6 categorías, incluyendo mejor película. Candidata al David di Donatello a la mejor película europea. Presente en la sección oficial del Festival de Cannes 2013.


Roman Polanski ha consagrado su carrera a explorar los caminos y a traspasar los límites de la pasión, la posesión y la perversión. La venus de las pieles, su última obra, sigue esa tónica. Y aunque en un principio podría parecer que Polanski está gastando sus últimos cartuchos como autor desde una posición acomodaticia, sus obras más recientes siguen demostrando una militancia y fidelidad digna de elogio por el cine más vivo e intrincado. Tanto en Un dios salvaje como en La venus de las pieles, el director polaco se inspira en dos obras teatrales, ha escrito los guiones cinematográficos con el apoyo de los autores del libreto original, ha recurrido a los mismos técnicos y ha concentrado el peso actoral y escenográfico en poquísimos pero muy recurrentes elementos, suficientes ingredientes para seguir mostrándonos la guerra de sexos, las tensiones ocultas y las rivalidades cotidianas que tanto le interesan.


La venus de las pieles tiene lugar en el patio de butacas y el escenario de un teatro vacío. Tras una tarde de audiciones, un misterioso director teatral recibe por sorpresa a una entusiasta aspirante a actriz, una situación que da pie a un ensayo de alto voltaje. Desde este marco, Polanski juega a tres bandas: por un lado, difumina la relación jerárquica 'director-actriz', hasta el punto que cuesta determinar quién domina a quién; por otro, los personajes de 'él' y 'ella' funcionan como conceptos elásticos, ya que como espectadores no sabemos hasta qué punto la actriz transgrede sus líneas de guion y en qué medida el director reflejó en su libreto las dudas existenciales que lo afligen en la vida real; y finalmente, la representación se despersonaliza al ser una pugna clásica entre un 'hombre' y una 'mujer', de forma que todo el discurso funciona como una variación más de los temas universales (el amor, la muerte, los deseos y los peligros que implican cualquier renuncia o posesión) que aparecen transversalmente en toda la historia del arte.


Mismas cuestiones, formas distintas. Y pese a las coincidencias, La venus de las pieles poco tiene que ver con el thriller de tendencias masoquistas que el director cultivó con Lunas de hiel y La muerte y la doncella en los 90, ya que su esquema es tan joven como clásico, una fundición notable de cine, literatura y teatro. Al film tal vez le sobran algunas vueltas de tuerca, ya que la carnalidad y potencia de sus intérpretes juega paradójicamente en contra de la veracidad del guion. Pero independientemente de gustos personales, este blog recordará La venus a las pieles por una interpretación enteramente personal, aunque totalmente plausible a juzgar por los cabos sueltos que deja el director a lo largo de su toma y daca interpretativo y dialéctico. Porque más allá de divertirse y fabular sobre el arte y sus clásicas preocupaciones, Polanski termina la película dando la victoria a la femme fatale y con el director de teatro, claro alter ego del director de cine que orquestra el conjunto, víctima de su arrogancia castradora. Y es ahí cuando La venus de las pieles abre nuevos frentes de debate y nos ofrece a un Polanski que tal vez, solo tal vez, se refiere entre líneas a las acusaciones de pederastia que lo han acompañado durante muchísimos años. Suficiente para que el film sea tanto la culminación de un castigo femenino como la enrevesada plasmación de un malestar masculino que busca redención, perdón o simplemente paz interior. Y, cómo no, otro ejemplo más del cine lúcido e incómodo del genio Polanski.


Para fans de 'las 4 P': Pasión, Posesión, Perversión y Polanski.
Lo mejor: La desatada labor de Emmanuelle Seigner (el hecho de que la actriz sea la esposa de Polanski todavía beneficia más a las perversas lecturas de la historia).
Lo peor: El espectador a veces necesita desconectar de tanta intensidad.

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