miércoles, 13 de agosto de 2014

CLAUSURA #CSF | MASACRE: VEN Y MIRA (IDI I SMOTRI), de Elem Klimov


MASACRE: VEN Y MIRA (IDI I SMOTRI), de Elem Klimov
CLAUSURA de la 2ª edición del Cinoscar Summer Festival. Film fuera de concurso
Elección de Kosti Bgy
Masacre: ven y mira es la última película dirigida por el soviético Elem Klimov y la obra que lo encumbraría como nombre de referencia a nivel mundial. El film se inspira en las vivencias del propio Klimov durante la ocupación nazi en Bielorrusia y surgió como film de encargo gubernamental para celebrar el cuarenta aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Por aquel entonces, Klimov estaba profundamente afectado por la muerte de su esposa y su actividad cinematográfica se concentraba en la realización de comedia negras y películas para niños: todo ello actúa como interesante sustrato artístico para Masacre: ven y mira, un film de extrema dureza y violencia emocional que cuenta el errático devenir de un niño de apenas catorce años en una Bielorrusia diezmada por el conflicto, así como su paulatino estado de locura a medida que va contemplando los efectos de la barbarie.


Masacre: ven y mira destaca sobre todo por su precisión técnica, muy concretamente por una dirección de fotografía hipnótica e itinerante, absolutamente magistral. Los efectos de cámara son precisamente los elementos que dotan de cierta irrealidad pesadillesca a la contemplación sin tapujos de la guerra: el niño protagonista va entrando poco a poco en un estado de luto, letargo y locura, hasta el punto de convertirse en un fantasma de rostro desencajado. La fotografía acoge técnicas del expresionismo alemán (primerísimos planos de los personajes en plena deshumanización y enajenación, una banda sonora que actúa como ‘ruido’ ambiental para reforzar el efecto narcótico y deshumanizador de la contienda en los personajes), algo totalmente lógico para una película que, pese a no ser muda, necesita de muy pocos diálogos: su fuerza se concentra en la potencia visual de las imágenes (al fin y al cabo, la guerra es el elemento que rompe cualquier posibilidad de narrativa: para Klimov, no hay más relato posible que la contemplación del desastre, una mirada aparentemente pasiva que termina por revelar grandes verdades sobre el poder de supervivencia y manipulación del hombre, así como su capacidad tanto de infringir dolor como de soportarlo hasta límites impensables). 


Klimov no esconde la naturaleza personal y autobiográfica de la historia: los fotogramas del film se impregnan de intuiciones y sensaciones, por lo que la película bebe tanto de los recuerdos del propio Klimov como de las vivencias que, pese a dispersarse en la memoria, pudieron perfectamente suceder. Klimov, en otras palabras, se aleja de la mística, la estética y la espectacularidad de lo bélico, detalle que lo diferencia de la mayoría de films que han retratado directa o indirectamente las interioridades de la Segunda Guerra Mundial. Con todo, se echa de menos, ya no una moraleja o mensaje final, sino un planteamiento menos emocional y más racional, aunque lo que se nos cuente sea la irracionalidad de la guerra. En este sentido, sorprende que Klimov termine la película con imágenes de archivo de la guerra, destapando quizás la naturaleza propagandística del film. Sea como sea, pese a su tremendismo, Masacre: ven y mira es una de las experiencias más potentes de los últimos años. El retrato duro y crudo del infierno de la guerra.

TRÁILER:

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