Este año, Ben Affleck puede hacer historia. ¿Por qué? En el post lo analizamos. |
¿Qué es un buen director de cine? ¿Qué hace de un cineasta lo suficientemente remarcable para ganarse el aprecio de los suyos y acabar ganando un Oscar? Pero: ¿es el Oscar el premio que la Academia concede a los directores 'capitales'? Porque: ¿puede el mejor director de la temporada no ser el autor de la mejor película? Todas estas cuestiones admiten muchas discusiones. A continuación trataremos la relación que existe entre las categorías de mejor película y mejor director en los Oscar aportando datos históricos y apuntando algunos reflexiones.
Aunque nadie se acuerda de John G. Avildsen, ganó en 1976 la estatuilla a mejor director por Rocky superando a Pakula, Bergman, Lumet y Wertmüller. |
En primer lugar es interesante recordar que el Oscar a la mejor película no va al director de la cinta premiada sino al productor. Quien paga y quien apoya una cinta, en paralelo a quien la hace, es el verdadero héroe de una industria que como tal le encanta ganar dinero y saber que sus inversiones no han sido en balde. Partiendo de esta base, la categoría de mejor director podría quedar en un segundo lugar o en una posición residual, el consuelo que tiene el autor con respecto su obra. Si eso es realmente así es, de nuevo, muy discutible. ¿Acaso no es el Oscar el fin último de todo autor y el verdadero salvoconducto para consolidarse en el gremio y defender más proyectos, contando con un reparto más ambicioso y unas posibilidades técnicas y económicas más generosas? ¿No es sintomático que el Oscar al mejor realizador vaya tradicionalmente para el ganador del DGA, el premio que concede el sector de los cineastas a sus propios colegas de profesión?
La tónica de los Estados Unidos es que los directores sean a su vez los productores de sus proyectos, algo que en Europa no existe o que no se produce de una forma tan clara. Si nos vamos al epicentro del cine europeo más notable y comentado nos daremos cuenta que detrás de esos nombres que participan año tras año en Cannes y similares está una productora (El Deseo en el caso de Almodóvar, Zentropa si hablamos de Von Trier y la mayoría de autores nórdicos) o bien un productor de confianza (lo que sucede con Haneke o los Hermanos Dardenne) que, por apoyar reiteradamente a determinado artista, se acaba convirtiendo en pieza importante y motor de la filmografía de 'grandes autores'. La diferencia entre Hollywood y la Croisette es evidente si pensamos que en Los Ángeles es común que muchos actores controlen la financiación de sus películas, para asegurarse la protagonización de las mismas o para tener control sobre el montaje final del proyecto; incluso muchos traspasan la barrera de la interpretación accediendo a la de la dirección (los Oscar premiaron en los 90 a tres 'actores directores' como Costner, Eastwood y Gibson, algo que dice mucho de la política interna de los premios). Obviamente todo ello es imposible o menos frecuente en el cine europeo.
Tarantino defiende la idea de que solo se aprende de cine viendo cine, por lo que podría afirmarse que solo se aprende a filmar y a narrar historias haciendo películas. Si por mejor director entendemos el nombre con más películas a sus espaldas, los Oscar nos dicen que no es así. Los académicos votan pensando únicamente en la temporada cinematográfica del momento. A lo largo de los Oscar, obviando los apartados honoríficos, encontraremos pocos premios que podamos considerar homenajes a toda una carrera, aunque en apartados interpretativos sí se produjo alguna compensación premeditada como el galardón a John Wayne por Valor de ley o la última mención de Katherine Hepburn por En el estanque dorado. Todo ello explica que muchos directores importantes de la historia del cine no ganasen nunca el premio (Chaplin y Welles: ¿personalidades demasiado 'incómodas' para la Academia?) aun teniendo algunas de sus películas entre las ganadoras (caso de Hitchcock y Rebeca) y aunque estuviesen nominados en infinidad de ocasiones (Lumet, Altman, Kubrick). Pueden remitirse al caso de Martin Scorsese, una de las últimas deudas saldadas por la Academia. Y en contraposición, todo esto explica la victoria no solo de los tres 'actores directores' citados anteriormente sino la de noveles como Sam Mendes o Paul Haggis, o la de directores desconocidos en Hollywood antes de su título de éxito como los recientes Hazanavicius y Hooper.
Sería muy fácil argumentar que si Kubrick nunca tuvo el Oscar y alguien como Boyle sí el premio queda totalmente obsoleto o carente de valor. Pero si partimos de la base que ganar el Oscar es una tarea titánica y el resultado de casi medio año de galas, visionados, pases de prensa y ranking de taquilla, el hombre dorado encierra indirectamente algún mérito. Ser 'el director ganador del Oscar' tiene un prestigio difícil de sopesar pero evidente. Y debido a ese honor implícito que acompaña al nombre 'Oscar', muchos autores no convencionales o fuera de los mecanismos de las majors han soñado y luchado con tener su presencia en la gala. Al fin y al cabo, no costaría admitir que un porcentaje muy elevado de los directores que de alguna manera marcaron el devenir del séptimo arte, fuesen o no parte activa de la Academia, creasen o no dentro o fuera de los Estados Unidos, fueron propuestos para el Oscar al menos una vez.
Ello nos lleva a considerar una realidad oculta de los Oscar: si consideramos los nominados a partir del año 1972 abarcando los últimos 40 años de premios nos daremos cuenta que en la gran mayoría de ocasiones los cinco nominados a mejor director no eran los responsables de las cinco películas nominadas. Ahora bien: para ganar el Oscar a la mejor película es requisito imprescindible estar presente también en mejor director (en cuatro décadas solo un film ganó sin tener nominado a su director: Paseando a Miss Daisy en el año 1989). Más datos: desde ese 1972, solo en siete ocasiones los apartados de 'película' y 'director' han ido por caminos diferentes en las premiaciones. Y otra anécdota: si olvidamos estos últimos años en los que el sistema de votaciones garantiza la entrada de hasta 10 films en la terna, por lo que a partir de ahora los films nominados a mejor director estarán en mejor película 'sí o sí', en 40 años solo en 3 ocasiones hubo total coincidencia entre los cinco candidatos a 'película' y los cinco aspirantes a 'director', y no por casualidad dos de ellas fueron ediciones recientes (las de 2009 y 2006) y tuvieron un palmarés 'sorpresa' (en el 1982, cuando Carros de fuego se impuso a Rojos; y en el 2006, cuando Crash venció a Brokeback Mountain).
Clint Eastwood, de los más queridos por la Academia. |
Pero no siempre fue así. En los primeros 40 años de Oscar, 13 de los directores ganadores no representaban a la mejor obra de su año (de hecho, en las 10 primeras entregas de los Oscar 6 directores ganaron por un film diferente a la mejor película de la temporada). En este sentido cabe destacar la figura de John Ford, el único que ganó cuatro veces el Oscar al mejor director, todas ellas por películas fuera del western (el género al que consagró gran parte de su carrera), y solo en una ocasión por el film que también resultó ganador en mejor película: ¡Qué verde era mi valle! del año 1941. Por qué Ford ocupó esa posición privilegiada, incluso gracias a una película tan cuestionada como El delator, se explica por varias razones: la principal, el hecho de que Ford, cuya actividad fue incansable, fuese durante largo tiempo el representante de un cine norteamericano patriótico, conservador y 'de valores' (de amistad, familiares, de lucha, etc.). Y no es casualidad que con la desaparición de 'ese cine' también cambiasen las costumbres de los Oscar a la hora de distribuir sus palmarés: hasta películas que no satisfacieron a todos y que no ganaron muchos Oscar (solo 3) vencieron en 'película' y 'director' (pensemos en Cowboy de medianoche o Rocky). Como tampoco es casual que a medida que se produjo ese 'menor margen de sorpresa' en los resultados de los Oscar surgiesen otros premios (primero los DGA en 1936, luego los Globos de oro en 1944, y más recientemente los SAG en 1995), y con ellos la actual temporada de premios.
Más cosas. En los últimos 40 años, en 44 ocasiones algún 'mejor director' no figuraba en 'mejor película'. Pues bien: de esas 44 veces, 29 eran directores que estaban nominados también a mejor guión original o adaptado. Una estadística diferente a la anterior, ¿verdad? Ello nos lleva a una conclusión evidente: los Oscar han tomado la categoría de 'mejor director' para considerar autores que bien por su independencia artística (Lynch, Jonze, Figgis, Leigh, Branagh, Frears, Schroeder, Cassavetes) bien por no ser americanos/británicos (el francés Truffaut, el italiano Fellini, el sueco Bergman, el brasileño Meirelles, el japonés Kurosawa, el polaco Kieslowski) no participan del status quo o star system de los Oscar. También es la prueba de que los mejores guiones son casi siempre aquellos en lengua inglesa, aunque cada año se incluya un libreto extranjero: sin ir más lejos, en el 2011 tuvimos seleccionado el primer guión escrito en persa (Nader y Simin: una separación). Aquí destacamos dos hazañas remarcables. La primera: el español Pedro Almodóvar es el único premiado en 40 años por un guión original redactado en una lengua diferente a la inglesa (Hable con ella) al mismo tiempo que estaba presente en 'mejor director'. Y la segunda: Allen no solo tiene el récord de nominaciones a mejor guión sino que es el realizador que más veces peleó en mejor director sin tener su película nominada (4 veces de las 7 que ha estado nominado: así fue con Interiores, Broadway Danny Rose, Delitos y faltas y Balas sobre Broadway).
En resumen, el mejor director en los Oscar lo es en cuanto es el responsable de la designada mejor película, algo que sucede en tres de cada cuatro galas según las estadísticas. La Academia ha cambiado en cuanto que año tras año acepta más nombres europeos, latinos y asiáticos, resultado obvio de la ampliación del número y la nacionalidad de los votantes, así como del hecho de que cada vez más cineastas extranjeros trabajan en Hollywood como el sueco Hällstrom, el taiwanés Lee o el checo Forman. El machismo que centra la categoría de mejor dirección ha ido desapareciendo poco a poco con Wertmüller, Campion, Coppola y finalmente el premio a Bigelow. Obviamente ni todos los buenos directores tienen el Oscar ni todos los ganadores son buenos directores, y aún así la lista de nominados cada año es un perfecto termómetro de aquello que la Academia defiende: el claro ejemplo es Spielberg, del que las malas lenguas dijeron que era uno de los grandes detestados por los votantes (por El color púrpura, Tiburón y War Horse no estuvo nominado a mejor director, por Encuentros con la tercera fase estaba en director pero no en película, E.T.: el extraterrestre y Munich perdieron ambos Oscar, y no fue hasta los 90 cuando Spielberg se impuso dos veces, por Salvar al soldado Ryan sin necesidad de ganar en película). Las cifras son las que son: el más premiado sigue siendo John Ford, el más nominado es William Wyler (12 veces) y con victoria del francés Hazanavicius la categoría queda abierta a una conquista europea (Lang y Tarkovsky nunca fueron propuestos, pero... ¿conseguirá ganar algún día, por ejemplo, Almodóvar? ¿y este año... puede imponerse Haneke?). Veremos qué constantes y estadísticas nos dejan los siguientes años de Oscars.
Y de hecho este 2012 ya ha marcado huella. Puede volver a repetir el patrónde Paseando a Miss Daisy: Argo sería por ese principio ganadora del premio rey sin necesidad de tener a Ben Affleck nominado en mejor director. Estamos de nuevo ante un actor dedicado a tareas de productor y cineasta. Tenemos a Spielberg. Un guion en francés, el de Amour, puede romper la historia y ganar. Al fin y al cabo, no hay patrones que valgan: cada año se reescribe la historia de los Oscar y las constantes, aunque más o menos sólidas, pueden desaparecer.
Costner, ejemplo de 'actor-director' ganador del Oscar como Gibson y Howard. |
Muy interesante. Yo tengo mis dudas sobre si la Academia entiende realmente la diferencia entre un mejor director o una mejor película. Que Baz Luhrmann, quien revitalizó el musical con Moulin Rouge (a la que aportó un estilo muy personal), no fuera nominada por la misma mientras que la película sí, es un claro ejemplo. Siento que los Oscar dejan las grandes producciones americanas en las que todo es grandioso (reparto, vestuario...) en mejor película y films más interesantes y arriesgados y diferentes en mejor dirección, aunque esto muchas veces no tenga mucho sentido... Es imprescindible que haya dos premios, pero difícil que su reparto sea justo o fiable considerando que LOS VOTANTES NO SABEN SI UN FILM ES MUY BUENO GRACIAS A SU DIRECTOR... O A PESAR DE ÉL. Un saludo.
ResponderEliminarAsí como no puedo saber què es especulaciòn y què es certeza, no puedo dar una respuesta clara a tu entrada.
ResponderEliminarPero ¿Tienes alguna duda de que ARGO pueda ganar a Mejor pelìcula del 24 de febrero del 2013? Te lo digo porque tienes razón en decir que ese renglòn premia a la producciòn, pues..¿Cómo puede Ben Aflec desplazar a Steven Spilver así como así?