¡Qué peliculón, señores! Blancanieves es drama, es comedia, es thriller, es terror. Es vida y muerte. Sonrisas y lágrimas. Luz y oscuridad. Blanco y negro. Blancanieves representa a España en los Oscar. También representa a España, a secas. La del poeta, la de charanga y pandereta, de espíritu burlón y alma quieta. La de la verborrea y la exageración. La de las injusticias que a veces te dejan sin voz. La de ruedos, corrales, circos y teatros. La del odio porque sí, la de la inquina al vecino. La del folklore y el sentimiento. La que canta leyendas prematuras, la que se alimenta de titulares, la que engaña y manipula. La de la frivolidad y el espectáculo. La que Lorca describía desde la angustia, mujeres yermas y madres e hijas de luto. La que paseó el Quijote, el sur que evocó Víctor Erice. La España de las dos Españas. La tierra de toros, olés y miserias. La casa del arribismo, del aplauso fácil, de la adulación falsa. La España negra de los años 20 y la de la actualidad. El seno de Belén Esteban y Jesulín de Ubrique con sus culebrones a fascículos, de la Duquesa de Alba con sus amos y siervos, de Isabel Pantoja y sus Operaciones Malaya, de Tómbola, Dónde estás corazón y Sálvame Deluxe. Pablo Berger ha recuperado todos los elementos del relato original menos el espejo mágico. No le hace falta. La película es el espejo. Y en él vemos una imagen negra, nítida a la par que deformada, festiva a la par que triste, de la España contradictoria. Blancanieves es espectáculo y es una sacudida al espinazo de un país, de una forma de ser. Lo que ha hecho Berger es muy complejo. Tan loco que resulta sublime. Tan lógico que como sucede con las grandes obras uno se pone las manos a la cabeza al pensar que a nadie se le ocurrió antes. Berger ha utilizado el cuento de los hermanos Grimm para decir todo aquello que somos y hemos sido, aunque nos pese, aunque no queramos reconocerlo, aunque eso suponga ir a la contra del cine contemporáneo. Blancanieves no lleva la consabida historia a tierras españolas. Es mucho más. Es una película que ves con los ojos y se te atraganta, te asfixia mientras te maravilla, te agarra y no te suelta. Te lleva de viaje, un viaje hacia nuestros adentros. Blancanieves llora tumbada en su féretro y en parte es el llanto de un país y de un cine que no ha sabido coger el toro por los cuernos. Berger lo ha hecho. Ha parido una obra que dice mucho de nosotros, de lo poco que podemos llegar a ser. En un futuro la veremos junto a El pisito, Plácido, Los santos inocentes o El 7º día, porque será una obra maestra de nuestra cinematografía y porque en ella queda resumida la españolidad más rancia y más alegre. La música sublime, el enérgico montaje, las excepcionales interpretaciones... todo funciona, todo encaja cual piezas en un puzle. La sensación es haber visto algo único. Las ganas de verla otra vez para saborearla a gusto son indescriptibles. Es difícil determinar hasta qué punto Berger controló y controla todas las ramificaciones antiguas y modernas de su Blancanieves. Lo que no hay duda es que merece salir por la puerta grande, vitoreado y con honores. Una película que no decae, que no defrauda, que se te mete en las entrañas. Algunos la verán como la nueva versión de un cuento y eso es totalmente lícito. Pero en el simbolismo de la madrastra, la sufriente huérfana, los malvados secundarios y los enanos bufones está todo, tan entretenido y tan duro que nos ruboriza y se merece toda nuestra estima. Lo dicho: ¡qué peliculón, señores!
Para recortadores de orejas y de presupuestos al cine español
Lo mejor: La certeza de que ya ha hecho historia.
Lo peor: No todos estarán dispuestos a verla en toda su complejidad.
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Nota: 9
Wow!, Ya le tenía ganas, y después de haber leído tu reseña las ganas aumentan indescriptiblemente. No lo sé cuando llegará aquí, o si llegará, ahora mismo cogería el primer vuelo a Madrid solo para visionar la película de Berger, creo que como idea no sería tan descabellada. =)
ResponderEliminarUn abbraccio e tanti saluti Xavier!
La vi el domingo y me gustó muuuucho más de lo que pensaba. Es un peliculón, bien contado, y con una Maribel Verdú maravillosa. Gran crítica! un abrazo!
ResponderEliminarJusto la ví ayer. Es impresionante, y todo en ella es genial: la música, la fotografía, las interpretaciones...Muy buena crítica. Un saludo!
ResponderEliminarque pedazo de articulo.....has dicho lo que no sabia expresar. comparto tu vision de la pelicula, es un peliculon....Que lo premian o no, es y sera como lo dices una referencia cinematografica. yo lo compararo hoy a la obra de Kapra, que dio a conocer una sociedad entre risa y dolores....dentro de un cuento para hacernos pensar.
ResponderEliminarXavier, por fin la he visto, tu conoces mis gustos, y veo el cine con un poco de recelo, no es mi favorito. Pero te he leido desde que la viste, y a otras personas, pero no creia en la pelicula, sin a verla visto. Y la verdad, que me la he tragado dobla!!!. Es una creacion artistica del cine, una de las mejores peliculas que he visto en estos ultimos años, y si, ha sido española. De la cinta se puede dividir en dos vertientes: primero, la gran realizacion que hace Pablo en lo referente a lo tecnico, manejo de camaras, fotografia y una B.S.O. que va de la mano a las escenas que acompaña, la segunda; es la historia, impresionante, que imaginacion y originalidad para plasmar un cuento super conocido y reflejarlo en los años 20 en Andalucia, en un mundo lleno de tradiciones, costumbres e injusticias.
ResponderEliminarSobre la actuaciones SOBRAN PALABRAS, magnificas, algun pero?, mi paisana Molina, es un poco exagerada, pero es perdonable.
Xavier, le he puesto un 10, porque es cine en mayuscula, te conmueve por todos lados, esta llena de sentimientos.
Y por ultimo, ya era hora que plasmara el amor del enanito, como un amor verdaero y profundo, yo siempre vi ese amor en el cuento.
Un saludo Xavier de parte de un admirador.