viernes, 31 de agosto de 2012

Solondz post 11-S: Crítica de LA VIDA EN TIEMPOS DE GUERRA (LIFE DURING WARTIME)

PERDONAR Y OLVIDAR

Sin duda la Guerra de Irak ha influido en Todd Solondz. Como resultado, La vida en tiempos de guerra nos deja el Solondz más dramático, no el más triste pero sí el más alicaído. Esta es la película más árida de su autor, ya no por la singularidad de sus personajes (algo a lo que el director nos tiene acostumbrados) sino por el hermetismo de sus líneas argumentales, dispuestas a propósito de forma inconexa, a modo de episodios separados de una realidad no unitaria. También estamos ante el Solondz más descorazonador porque nos niega el humor negro de antes como mecanismo de defensa, dejando a la intemperie la crudeza de un Solondz que por primera vez se atreve a retratar una naturaleza animal completamente diezmada en lo visual (colores más oscuros, transiciones de escenas mucho más bruscas) y en lo anímico. La vida en tiempos de guerra, por lo tanto, es de lo más atractiva y a su vez actúa como revulsivo para la audiencia: es más la confirmación y el autoconvencimiento de su autor que un episodio más (y mejor) en el muestrario de personajes fracturados de Solondz. Como película que deja al descubierto el esqueleto de las ficciones de Solondz, La vida en tiempos de guerra explicita tanto sus efectismos formales como su negativismo endémico, algo que la convierte más en una pieza de estudio cinéfilo que en un film potente de la escena indie o underground. De hecho, La vida en tiempos de guerra remite directamente a Happiness, porque a todo lo dicho Solondz se atreve a incluir autocitas y conexiones con su propio mundo: incluso podríamos hablar de una continuación conceptual (que no argumental) de Happiness (la América anterior del 11-S admitía concesiones irónicas que ahora brillan por su ausencia), una reescritura de aquella o una recreación de la misma en clave todavía más dramática (hay escenas que se repiten en ambas películas, relaciones que dejan de ser elementos recurrentes del estilo Solondz para crear una especie de binomio simbólico, siendo La vida en tiempos de guerra la parte final y la más desasosegante). Si alguien pudo pensar que Solondz se debía a un público amante de lo extraño, esta película viene a dilapidar cualquier atisbo de acomodamiento. A la incomprensión de siempre se añade en esta ocasión no solo piedad sino perdón. El proceso que sostiene la película es de lo más complejo: La vida en tiempos de guerra no retrata la América post 11-S, sino que muestra la penetración del 11-S en la América de Todd Solondz (reflejo deformado pero reconocible del país que sufrió el atentado y capitaneó la mayor guerra de la modernidad). Resumen: no figurará entre lo mejor de su responsable, es una película poco amable incluso para los que hemos transitado con gusto sus historias anteriores, pero si algún día debemos analizar la filmografía de Solondz en perspectiva La vida en tiempos de guerra será clave para entender las bases de su cine, con sus aciertos y sus desatinos. Por el momento queda una perla envenenada, nada complaciente, mucho menos comercial, remitida a epistemólogos del arte de Solondz.


Nota: 6'5

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